¿Qué está pasando en el mundo entero con los alimentos transgénicos? ¿Cómo nos afecta a medio y largo plazo? Los alimentos genéticamente modificados (GM) tienen un ADN modificado usando genes de otras plantas o animales. Los científicos toman el gen de un rasgo deseado de una planta o animal e insertan ese gen dentro de una célula de otra planta o animal.
Por lo general, los alimentos transgénicos son vegetales como la soja, el maíz, el aceite de girasol y el aceite de semilla de algodón, pero también se han desarrollado alimentos transgénicos de origen animal, como ejemplo el cerdo transgénico, que produce ácidos grasos omega-3 al cambiar uno de sus genes.
Efectos sobre la salud humana
Aumento de la toxicidad
Las plantas generan unas toxinas que las defienden de agentes exteriores como los insectos. La manipulación genética puede inducir la producción de dosis mayores de estas sustancias tóxicas, y/o la aparición de compuestos totalmente nuevos dañinos para la salud.
La documentación sometida a consideración de dicho comité científico -que Monsanto se negó a hacer pública alegando secreto comercial- revelaba daños en los riñones y en las células sanguíneas de ratones que habían consumido el maíz transgénico.
Otra investigación realizada en Italia revelaba alteraciones morfológicas significativas -sin causa aparente- en las células del hígado de ratones alimentados con soja transgénica.
El comité científico del gobierno francés se pronunciaba en contra de la aprobación de un maíz autorizado por la Comisión Europea en Octubre 2004, por considerar que las anomalías aparecidas en los estudios eran muy preocupantes.
Esta demostrado que los compuestos insecticidas producidos naturalmente por la bacteria Bacillus thuringienses (Bt), fabricados ahora en versión transgénica pueden ser alergénicos para los seres humanos. Una de las toxinas Bt de los cultivos insecticidas transgénicos es un inmunógeno sistémico y de las mucosas tan potente como la toxina del cólera.
Resistencia a los antibióticos
La mayor parte de los cultivos MG que se comercializan actualmente llevan genes marcadores de resistencia a los antibióticos, empleados en el proceso de manipulación genética. Se ha demostrado que el ADN y las proteínas pueden resistir el proceso de digestión, permaneciendo intactos en el estómago de los mamíferos, donde conviven con multitud de bacterias, pasando incluso al torrente sanguíneo y a otros órganos del cuerpo
Más preocupante aún es la posibilidad de que los genes marcadores pasen de los alimentos a bacterias presentes en el estómago y en el intestino de las personas (y del ganado), que desarrollarían resistencia a antibióticos valiosos en medicina.
Las variedades de maíz insecticida cultivadas en España desde 1998 hasta 2005 llevaban un gen de resistencia a la ampicilina en todas las células de la planta, y constituyen un importante riesgo para la salud pública.
Re-combinación de virus y bacterias
Utilización en ingeniería genética de virus, de bacterias y de plásmidos bacterianos, todos ellos con una gran capacidad de recombinación y de intercambio de material genético con otros microorganismos, y diseñados para atravesar las barreras de las especies, constituye una auténtica bomba de relojería, pudiendo contribuir a la creación de nuevas enfermedades con enormes riesgos para la salud humana. Las características estructurales aumentan el riesgo de que se incorpore a otro material genético (re-combinándose y reactivando virus dormidos, por ejemplo), dando lugar a nuevos patógenos más virulentos y con gran capacidad de infección.
Residuos tóxicos en los alimentos
Los principales compuestos herbicidas asociados a los cultivos transgénicos son el glufosinato de amonio y el glifosato
Según un estudio realizado en Australia, la soja resistente al herbicida Roundup contiene un nivel de residuos de glifosato, el componente activo de este herbicida, hasta 200 veces mayor que la soja convencional.
El glufosinato de amonio está asociado a casos de toxicidad neurológica, respiratoria, gastrointestinal y hematológica, así como a defectos congénitos en seres humanos y mamíferos.
Afecta negativamente a bacterias y hongos beneficiosos para el suelo por su capacidad de fijación del nitrógeno.
El Roundup, herbicida de Monsanto cuyas ventas se han disparado con la introducción de los cultivos resistentes y cuyo principal compuesto activo es el glifosato, provoca disfunciones en la división celular, que podrían estar asociadas con algunos tipos de cáncer en seres humanos.
Actualmente se cultivan comercialmente 27 cultivos transgénicos: alimentarios (soja, maíz, arroz, trigo, papa, tomate, remolacha, chauchas, endivia, berenjena, calabaza, papaya, melón, ciruelo, remolacha y caña azucareras), forrajeros (alfalfa y Agrostis), textiles (algodón y lino), oleaginosos (distintas variedades de colza), flores (clavel, petunia, rosa) y otros como la pimienta dulce, el chopo o el tabaco.
¿Cómo se sabe si un alimento tiene un componente transgénico?
Hay varias formas de saber si un alimento contiene un componente transgénico:
Etiquetado: La mayoría de los países, requieren que los alimentos transgénicos se etiqueten como tal. Esto significa que si un producto dice que contiene soja transgénica o maíz transgénico, por ejemplo, se sabe que tiene un componente transgénico.
Certificaciones orgánicos: Los productos orgánicos certificados no pueden contener ingredientes transgénicos, por lo que pueden ser una buena opción para aquellos que buscan evitar los alimentos transgénicos.
Pruebas de laboratorio: Existen pruebas de laboratorio que se pueden realizar para detectar la presencia de componentes transgénicos en un alimento. Sin embargo, estas pruebas son costosas y no están disponibles para el público en general.
Esta lista de marcas que ves a continuación tienen productos en los que se usa al menos un ingrediente modificado genéticamente, es decir transgénicos:
Kraft
General Mills
Kellogg’s
PepsiCo
Nestlé
Unilever
ConAgra
Mars
Coca-Cola
Hershey’s
Campbell’s Soup
Procter & Gamble
J.M. Smucker
Hormel Foods
Tyson Foods
Cargill
Archer Daniels Midland
Monsanto
DuPont
Dow Chemical
Que te diviertas!
Por lo general, los alimentos transgénicos son vegetales como la soja, el maíz, el aceite de girasol y el aceite de semilla de algodón, pero también se han desarrollado alimentos transgénicos de origen animal, como ejemplo el cerdo transgénico, que produce ácidos grasos omega-3 al cambiar uno de sus genes.
Efectos sobre la salud humana
Aumento de la toxicidad
Las plantas generan unas toxinas que las defienden de agentes exteriores como los insectos. La manipulación genética puede inducir la producción de dosis mayores de estas sustancias tóxicas, y/o la aparición de compuestos totalmente nuevos dañinos para la salud.
La documentación sometida a consideración de dicho comité científico -que Monsanto se negó a hacer pública alegando secreto comercial- revelaba daños en los riñones y en las células sanguíneas de ratones que habían consumido el maíz transgénico.
Otra investigación realizada en Italia revelaba alteraciones morfológicas significativas -sin causa aparente- en las células del hígado de ratones alimentados con soja transgénica.
El comité científico del gobierno francés se pronunciaba en contra de la aprobación de un maíz autorizado por la Comisión Europea en Octubre 2004, por considerar que las anomalías aparecidas en los estudios eran muy preocupantes.
Esta demostrado que los compuestos insecticidas producidos naturalmente por la bacteria Bacillus thuringienses (Bt), fabricados ahora en versión transgénica pueden ser alergénicos para los seres humanos. Una de las toxinas Bt de los cultivos insecticidas transgénicos es un inmunógeno sistémico y de las mucosas tan potente como la toxina del cólera.
Resistencia a los antibióticos
La mayor parte de los cultivos MG que se comercializan actualmente llevan genes marcadores de resistencia a los antibióticos, empleados en el proceso de manipulación genética. Se ha demostrado que el ADN y las proteínas pueden resistir el proceso de digestión, permaneciendo intactos en el estómago de los mamíferos, donde conviven con multitud de bacterias, pasando incluso al torrente sanguíneo y a otros órganos del cuerpo
Más preocupante aún es la posibilidad de que los genes marcadores pasen de los alimentos a bacterias presentes en el estómago y en el intestino de las personas (y del ganado), que desarrollarían resistencia a antibióticos valiosos en medicina.
Las variedades de maíz insecticida cultivadas en España desde 1998 hasta 2005 llevaban un gen de resistencia a la ampicilina en todas las células de la planta, y constituyen un importante riesgo para la salud pública.
Re-combinación de virus y bacterias
Utilización en ingeniería genética de virus, de bacterias y de plásmidos bacterianos, todos ellos con una gran capacidad de recombinación y de intercambio de material genético con otros microorganismos, y diseñados para atravesar las barreras de las especies, constituye una auténtica bomba de relojería, pudiendo contribuir a la creación de nuevas enfermedades con enormes riesgos para la salud humana. Las características estructurales aumentan el riesgo de que se incorpore a otro material genético (re-combinándose y reactivando virus dormidos, por ejemplo), dando lugar a nuevos patógenos más virulentos y con gran capacidad de infección.
Residuos tóxicos en los alimentos
Los principales compuestos herbicidas asociados a los cultivos transgénicos son el glufosinato de amonio y el glifosato
Según un estudio realizado en Australia, la soja resistente al herbicida Roundup contiene un nivel de residuos de glifosato, el componente activo de este herbicida, hasta 200 veces mayor que la soja convencional.
El glufosinato de amonio está asociado a casos de toxicidad neurológica, respiratoria, gastrointestinal y hematológica, así como a defectos congénitos en seres humanos y mamíferos.
Afecta negativamente a bacterias y hongos beneficiosos para el suelo por su capacidad de fijación del nitrógeno.
El Roundup, herbicida de Monsanto cuyas ventas se han disparado con la introducción de los cultivos resistentes y cuyo principal compuesto activo es el glifosato, provoca disfunciones en la división celular, que podrían estar asociadas con algunos tipos de cáncer en seres humanos.
Actualmente se cultivan comercialmente 27 cultivos transgénicos: alimentarios (soja, maíz, arroz, trigo, papa, tomate, remolacha, chauchas, endivia, berenjena, calabaza, papaya, melón, ciruelo, remolacha y caña azucareras), forrajeros (alfalfa y Agrostis), textiles (algodón y lino), oleaginosos (distintas variedades de colza), flores (clavel, petunia, rosa) y otros como la pimienta dulce, el chopo o el tabaco.
¿Cómo se sabe si un alimento tiene un componente transgénico?
Hay varias formas de saber si un alimento contiene un componente transgénico:
Etiquetado: La mayoría de los países, requieren que los alimentos transgénicos se etiqueten como tal. Esto significa que si un producto dice que contiene soja transgénica o maíz transgénico, por ejemplo, se sabe que tiene un componente transgénico.
Certificaciones orgánicos: Los productos orgánicos certificados no pueden contener ingredientes transgénicos, por lo que pueden ser una buena opción para aquellos que buscan evitar los alimentos transgénicos.
Pruebas de laboratorio: Existen pruebas de laboratorio que se pueden realizar para detectar la presencia de componentes transgénicos en un alimento. Sin embargo, estas pruebas son costosas y no están disponibles para el público en general.
Esta lista de marcas que ves a continuación tienen productos en los que se usa al menos un ingrediente modificado genéticamente, es decir transgénicos:
Kraft
General Mills
Kellogg’s
PepsiCo
Nestlé
Unilever
ConAgra
Mars
Coca-Cola
Hershey’s
Campbell’s Soup
Procter & Gamble
J.M. Smucker
Hormel Foods
Tyson Foods
Cargill
Archer Daniels Midland
Monsanto
DuPont
Dow Chemical
Que te diviertas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario