El ochenta por ciento de los humanos carecen de recursos psicológicos y morales para resistirse a la orden de la "autoridad", sin importar la legitimidad de esa autoridad ni la legitimidad de la orden, solo el veinte por ciento tiene capacidad de crítica, por ello: CUIDADO con las mayorías.
La estupidez es un enemigo peligroso, mucho más peligroso que la MALDAD, porque mientras que si se puede luchar contra el MAL, enfrentarlo, desenmascararlo, aunque con la fuerza si fuera necesario, el MAL contiene siempre la semilla de su propia destrucción. Contrariamente NO hay defensa posible contra la propia estupidez, la protesta y la fuerza de las ideas son inútiles contra ella, ya que la estupidez NO se presenta dispuesta a la razón. Si hechos comprobados y evidentes contarían, el prejuicio de un estúpido los considerará simplemente casuales y los ignorará, considerándolos excepciones, obteniendo así, una auto-celebración de sí mismo.
Así el estúpido se convierte en un individuo peligroso, ya que no hace falta mucho para que se convierta en agresivo.
La estupidez requiere una gestión mucho más atenta que el MAL; No se debe tratar de razonar con un estúpido en cuanto es inútil y hasta peligroso.
Si queremos saber cómo salir bien parados delante de la estupidez, hay que tratar de conocer su naturaleza, en muchos casos, la estupidez no es un defecto intelectual, sino moral...
Hay personas de gran intelecto que son irremediablemente estúpidos, otros son intelectualmente limitados, pero para nada estúpidos, lo cual indica que la estupidez es adquirida más que congénita.
Adquirida en ciertas circunstancias en que los seres humanos se convierten en ridículos, o permitan a los otros convertirse en tales.
La estupidez es menos común en los solitarios o en los asociales que en los individuos o grupos condenados a la sociabilización, en este punto pareciera que la estupidez se trata de un problema sociológico más que psicológico.
Texto de Stanley Milgram (psicólogo)
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