"Haces bien en llorar como mujer lo que no supiste defender como hombre"
La muy virtuosa sultana Aixa Bint Muhammad Aben al-Ahmar, conocida por el sobrenombre de "la Horra" ("la Honesta" o "la Honrada") le dijo eso a su hijo, Mohammed XVIII Boabdil "El Chico", último rey islámico de la guarnición de Granada cuando éste salió de la Alhambra tras entregar sus llaves a los Reyes Católicos, el Dos de Enero de 1492.
Aixa Bint Muhammad Aben al-Ahmar reina de Granada, conocida por el sobrenombre de "la Horra" ("la Honesta"), fue la madre del último rey de Granada, Boabdil. Esta enérgica mujer, y de fuerte carácter, al parecer, Aixa era hija del rey de Granada Muhammad X el Cojo, aunque según otros autores lo era de Muhammed VIII el Zurdo. Procedía de la familia real de Granada y debía de gozar de considerable patrimonio y prestigio por sí misma, que explicarían su notable influencia pública posterior en Granada.
En la misma ciudad de Granada, poseía el palacio de Dar al-Horra. Aixa fue durante unos veinte años la sultana consorte del rey Muley Hacem con el que tuvo dos hijos varones, Abu Abd Allah Muhammad (conocido en las fuentes castellanas como Boabdil) y Abu-l-Hayyay Yusuf, y una hija llamada Aixa. Pero el sultán se enamoró de una esclava cristiana llamada Isabel de Solís, que tomó el nombre de Soraya al convertirse al Islam, y con la que tendría dos hijos varones. Cuentan las crónicas que Aixa era llamada también al-Horra, es decir, la fría o la sexualmente indiferente, lo que la incapacitaba para hacer feliz al rey Muley Hacén, un rey que eligió a esclava Isabel de Solís, Soraya para los musulmanes de Granada, que se dice estaba encerrada en la hoy llamada torre de la Cautiva.
Era Aixa un desatino de la naturaleza, que la había privado de cualquier signo de belleza. Su virilismo hipofisario se evidenciaba en su voz grave, en el pelo que le crecía en sus mejillas y en su desarrollo muscular, más propio de un hombre. Zoraya acabó por desbancar a Aixa de la condición de sultana.
Durante mucho tiempo, los habitantes de ambos lados de la frontera
convivían con más o menos respeto. Sin embargo, las querellas internas
en el reino nazarí fueron debilitando sus posiciones defensivas, algo
que los Reyes Católicos supieron aprovechar con audacia.
El primer golpe llegó en 1483, en la Batalla de Lucena, donde Boabdil fracasó y cayó prisionero de los cristianos. El Rey Fernando, conocedor de las intrigas palaciegas y problemas internos del tambaleante reino nazarí, lejos de mantenerle preso, pactó con Boabdil una libertad con condiciones: servir a la causa cristiana y el pago de un tributo.
Desde la triste derrota de Lucena hasta la caída definitiva de Granada, el rey Boabdil vivió episodios lamentables como la traición de su propio tío El Zagal, la muerte de su padre y la dura decisión de romper los acuerdos hechos con los Reyes Católicos.
El primer golpe llegó en 1483, en la Batalla de Lucena, donde Boabdil fracasó y cayó prisionero de los cristianos. El Rey Fernando, conocedor de las intrigas palaciegas y problemas internos del tambaleante reino nazarí, lejos de mantenerle preso, pactó con Boabdil una libertad con condiciones: servir a la causa cristiana y el pago de un tributo.
Desde la triste derrota de Lucena hasta la caída definitiva de Granada, el rey Boabdil vivió episodios lamentables como la traición de su propio tío El Zagal, la muerte de su padre y la dura decisión de romper los acuerdos hechos con los Reyes Católicos.
Hacia 1484, los celos y el temor por la sucesión de sus hijos, junto con la desconfianza ante las intenciones del sultán, la instaron a participar, con la facción aristocrática de los Abencerrajes, en una conspiración para destronar a su esposo y poner en su lugar a su hijo Boabdil. Tras liberar a éste de una de las torres de la Alhambra, donde su padre lo tenía preso, Aixa incitó a Boabdil y a su hermano Yusuf a huir a Guadix, donde el primero fue proclamado rey.
Poco se sabe de su vida en los siguientes años, pero debió de seguir -y de implicarse muy de cerca en los agitados y decisivos acontecimientos que estaban teniendo lugar en Granada: las pretensiones al trono de El Zagal, su cuñado, y el hostigamiento constante de las tropas cristianas. Aixa se convirtió en el alma de la resistencia contra éstas.
Si se sabe que a la muerte de Muley Hacén, el Zagal proclamó su sucesor, que mandaría asesinar al hermano de Boabdil, Abu-l-Hayyay Yusuf, el segundogénito de la dinastía, y que envió su cabeza a la Alhambra envuelta en alcanfor.
Mujer enérgica y de carácter fuerte y acusada personalidad, el retrato que de ella hacen las fuentes castellanas es el de una persona de arrebatos pasionales y genio viril. Su agitada vida ha dado lugar a ser utilizada como tema recurrente en la literatura hasta nuestros días. En realidad, fue una mujer capaz de tomar importantes decisiones que influyeron en la evolución política del reino, para asegurarse la sucesión de su hijo primogénito al trono de la Granada nazarí.
Los abencerrajes eran una de las familias más relevantes de la política granadina, jugando un importante papel a lo largo del siglo XV. Los Banu Sarray -nombre originario de la familia- procedían del norte de África, participando la mayor parte de sus miembros en las diversas revueltas socio-políticas que tuvieron lugar en la Granada nazarí.
Se dice que Boabdil ordenó el asesinato de los principales miembros del clan para evitar así las intrigas políticas y fortalecer la corona cuando descubrió que en el patio de la Sultana, llamado así por la leyenda que cuenta que, junto al tronco de un ciprés, se veían a escondidas la esposa de Boabdil y un caballero de la familia de los Abencerrajes y que, al ser descubiertos por el rey, éste mando asesinar a toda la familia en la sala de Abencerrajes de la Alhambra.
Llamó a todos sus rivales a un salón contiguo al Patio de los Leones de la Alhambra y allí los asesinó; desde ese momento ese salón recibe el nombre de los Abencerrajes.
Mientras Boabdil
volvía a caer prisionero de los ejércitos cristianos, Aisha continuó con
la fuerte resistencia mora. Hasta que ya nada se pudo hacer. El 2 de Enero de 1492 caía Granada, siete siglos después de una larga
Reconquista, en manos de los Reyes Católicos. La leyenda dice que en Enero de 1492, cuando iban camino de La Alpujarra, en un momento dado, al alcanzar un viso en la zona de Al Badul, cercano a Otura, se detuvo y, volviendo la mirada hacia sus palacios, exclamó con un profundo suspiro de resignación:
¡Alá Akbar! (Dios es grande)
Boabdil volvió la vista atrás llorando para contemplar Granada por última vez y Aixa, su madre, la sultana Aixa Al-Horrá, increpó su vano lamento con las siguientes palabras:
"Bien haces, hijo, en llorar como mujer
lo que no fuiste capaz de defender como hombre"
Dado que en aquellos tiempos, la historia se transmitía por vía oral de generación en generación, existen otras variantes sobre tan lacerante sentencia:
"Llora, llora como mujer
lo que no supiste defender como hombre."
"Justa cosa es que el rey y los caballeros lloren como mujeres,
pues no pelearon como soldados."
Debido a esto el pequeño puerto de montaña recibe el nombre del Suspiro del moro (Fer Allah Akbar), que también se denominó en épocas pasadas, en la época romántica, como "la cuesta de las lágrimas".
Aunque no hay ninguna evidencia histórica de que dicha frase la pronunciara a su hijo Boabdil mientras éste miraba con tristeza el perfil de su querida Granada, simboliza sin duda, la derrota que Aisha sufrió como madre. Tras enfrentarse a su propio marido hasta el punto de provocar su caída en favor de un hijo amado, Boabdil no estuvo a la altura de la grandeza de su propia madre.
Rendida Granada a los Reyes Católicos el 2 de Enero de 1492, Aixa se marchó al exilio con su hijo, "El Rey Chico", que un tiempo antes había visto morir a su fiel Morayma en el exilio al señorío de Andarax, en la Alpujarra, y después este embarcó en Adra y fue recibido por el rey Meriní de Marruecos. En la ciudad marroquí de Fez se cuenta que construyó un palacio parecido a la Alhambra y se dice que murió en campaña treinta y dos años después de su partida. Seguramente a Aixa en Octubre de 1493, en la ciudad marroquí de Fez falleció.
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