México. En comunidades indígenas
de la Sierra Negra de Oaxaca ya camina un sistema de telefonía celular
comunitaria, un novedoso proyecto social de comunicación sin nombre
definido pero único en México y el mundo, que busca un modelo de
administración similar a las radios comunitarias.
Este sistema de comunicación tiene su
base en la comunidad zapoteca Telea de Castro. Ahí existe la Radio
Comunitaria Dizha Kieru que, con su transmisión en frecuencia modulada,
hace uso del derecho a la comunicación cuyo espíritu está recogido en
Los Acuerdos de San Andrés y tiene el respaldo de diversos instrumentos
legales vigentes en México.
La esencia del proyecto es “que una
comunidad pueda administrar su propia sistema basado en el modelos de
las radios comunitarias”, declara Pedro Flores, coordinador del
proyecto. Es básico fomentar la comunicación local e interpersonal a
larga distancia e impulsar un servicio para las comunidades, considera
el impulsor.
“En México existen 50 mil comunidades
indígenas sin servicio telefónico. La respuesta de las grandes empresas a
las comunidades que pidieron por más de diez años el servicio fue que
no es viable invertir económicamente en la sierra y zonas alejadas”,
relata en entrevista con Desinformémonos Flores, quien forma
parte de Rhizomatica -gestora del proyecto de comunicación. Explica que
“estamos en un camino largo e interesante, algo que jamás se había
hecho. Faltan muchas cosas y estamos en espera de esos retos”.
“Por muchos años las comunidades
pidieron antenas de telefonía. Las grandes empresas no les hicieron caso
porque vieron que no es viable económicamente”, recuerda el promotor.
“Supongo que fue así cuando los pueblos se apropiaron la radio y
televisión comunitarias en los años cincuenta y sesenta”, reflexiona.
“Nadie se opuso al principio y luego lo vieron como una amenaza a sus
intereses. Eso nos puede pasar en algún momento”, sostiene Pedro Flores.
Flores informa que la intención de la
organización que gestiona el proyecto es dedicarle más tiempo y
seguimiento a las asambleas de otras comunidades que ya aprobaron el
proyecto. .
El teléfono ante la asamblea
Talea de Castro ha dado la forma a su
servicio comunitario, expone el promotor. La comunidad está feliz no
solamente porque tiene el servicio, sino porque es propio. “Se decidió
que hubiera límites de tiempo de llamada para que nos se sature el
equipo. Decidieron que después de cinco minutos se desconecte la llamada
para darle oportunidad de usar el servicio a otra persona”, describe
Flores. “Lo más complicado para configurar el equipo son las decisiones
de la comunidad”.
La comunidad zapoteca, en la que existe
alta migración, ahorra mucho dinero con este sistema pues hay un número
en la comunidad y otros para Los Ángeles y Seattle, en los Estados
Unidos.Con el proyecto en marcha, una persona que gastaba seis pesos
para llamar, ahora gasta cincuenta centavos.
“Una persona puede hablar a todo el
mundo. El sistema tiene números públicos, que se conectan a una
computadora y esa a un conmutador, que localiza el teléfono de la
persona a quien quieres hablar”, describe el promotor. “El teléfono se
vuelve más popular; existen más usuarios y se facilita la comunicación
interpersonal y la resolución de asunto cotidianos”, explica Flores. La
defensa del sistema radica en el servicio que presta y en la cooperación
del pueblo para adquirir el equipo.
Un desafío del proyecto es no fomentar
el consumismo. “No queremos contribuir a un sentido irresponsable de los
pueblos por la tecnología. Lo único que se necesita es comprar el
teléfono más barato del mercado y funcionará igual”, señala el
integrante de Rhizomatica.
Desde
la primeras pruebas que la organización realizó en Talea de Castro, se
dieron cuenta del amplio uso del teléfono: el equipo detectó 700
aparatos prendidos, que estaban siendo utilizados para otra cosa más
allá de la telefonía sin señal.
En las comunidades indígenas tener un
teléfono de cierta marca o modelo significa por una parte un estatus
social, pero también son útiles, expone Flores: “son pequeñas
computadoras. Los jóvenes las utilizan para escuchar música y ver videos
que descargan de internet. También son linternas o calculadoras y
sirven para escuchar radio. Nos dimos cuenta de que existen los aparatos
y una red comunitaria de personas que los usa, sólo falta señal”,
afirma.
Los desafíos
El comunicador señala que nadie pensó
que las comunidades indígenas lanzaran una red de telefonía. “Llegaron
los de las compañías a hablar con personas de la comunidad, les dijeron
‘escuchamos que ya tienen su propia telefonía y nosotros queremos lanzar
nuestro servicio aquí’”. Los promotores de las empresas pretendieron
aprovechar la red, ya instalada, para poner teléfonos en las casas, pero
la respuesta de la comunidad fue “que no quería que vinieran a hacer
dinero y no le interesaba el servicio pues ya dispone de su propia red”,
relata Flores.
Flores identifica diversos retos. El
primero es legal, pues aunque la Comisión Federal de Telefonía (COFETEL)
les otorgó un permiso por dos años, no deja de ser una preocupación
pues la institución pide un proyecto que abarque cuatro estado para
poder operar una red. El segundo es tecnológico, pues necesitan equipo
menos costoso. EL tercero se refiere a la cuestión organizativa, la
gestión y administración de la comunidad del sistema. “Estamos
platicando con las comunidades y puede ser como una radio comunitaria”,
menciona Pedro Flores. Pero el mayor desafío “son las corporaciones
telefónicas”, asevera Flores, que considera que cuanto más comunidades
se acerquen a pedir el servicio, las empresas intentarán entrar.
La página del proyecto es: http://rhizomatica.org/
Basado en: http://desinformemonos.org/2013/06/la-telefonia-comunitaria-una-realidad-para-los-pueblos-indigenas/
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