Se trata de un capítulo de la historia de Malvinas poco conocido. A mediados del mes de abril de 1982, María Amalia Sara Lacroze Reyes de Fortabat y Carlos Pedro Blaquier, entre otros empresarios argentinos, pusieron sus aviones particulares "a disposición" de la Fuerza Aérea. Al mismo tiempo, las tripulaciones civiles de estas aeronaves fueron citadas al Edificio Cóndor donde las invitaron a participar de una operación militar sin precedentes. Así, nació el Escuadrón Fénix.
El Escuadrón Fénix enfrentó a la poderosa Royal Air Force sin armas, pero con valentía y mucho ingenio.
Pilotos civiles, con aviones de lujo, sin armamento, jugando "al gato y al ratón" con los cazas de la Royal Air Force. La idea bien vale una película en Hollywood. Pero sucedió en el mundo real, en el Atlántico Sur.
Nadie llegó forzado, contra su voluntad. "En aquella época, a todos desde chicos nos habían enseñado un par de cosas fundamentales: que había que ahorrar para garantizarte un futuro y que las Malvinas eran argentinas", asegura Carlos Rodríguez (piloto de Metro Merlin III LV-MRL de Astilleros Alianza).
Una de las naves que integraron el Escuadrón Fénix fue el Learjet bureau 35-371 de Amalia Lacroze de Fortabat. El avión fue construido en los Estados Unidos y adquirido por Loma Negra 1981.
“Fue un jet ejecutivo muy conocido por su matricula, pues las iniciales finales LV-ALF hacían referencia a su propietaria Amalia Lacroze de Fortabat. Tan solo un año después de su uso Fortabat lo puso a disposición de la Fuerza Aérea Argentina. La tripulación del LV-ALF se componía de tres pilotos, Edgardo Acosta, Juan Redonda, Teodoro Delorme y el mecánico de a bordo Florencio Cano. Dicha tripulación integró el grupo de aviones guías a cazas de combate que eran llevados hacia las Islas Malvinas ante la falta de equipos de navegación. Otras de las misiones que realizó fueron las comúnmente llamada ‘empaste’ o ‘blanqueo de radar enemigo’”, explica Meunier y añade que, finalizado el conflicto, el Learjet de Loma Negra, como el resto de las aeronaves privadas, fue devuelto a su propietaria y se reincorporó a su trabajo habitual en la compañía Loma Negra hasta que en 1991 fue vendido al Banco Interfinanzas.
Amalia Fortabat, no solo dio su Lear Jet para la guerra, sino que se hizo cargo de ayudar a muchos veteranos. Además dio becas, subsidios, atención médica y viviendas a excombatientes de la Guerra de Malvinas. También organizó junto con los allí internados, salidas recreativas a los soldados , salidas a cines, teatros , hasta en una oportunidad fueron a su residencia particular a una cena muchos de los combatientes internados.
Sin lugar a dudas que fue de los pocos argentinos que luego del conflicto, dieron todo de sí ante la negligencia y desatencion del Estado Nacional, y siguieron apoyando dando puestos de trabajo, contactos para conseguirlos y demás, hasta el fin de sus días, rindiendo homenaje permanente al honor de los combatientes.
Que te diviertas!
El Escuadrón Fénix enfrentó a la poderosa Royal Air Force sin armas, pero con valentía y mucho ingenio.
Pilotos civiles, con aviones de lujo, sin armamento, jugando "al gato y al ratón" con los cazas de la Royal Air Force. La idea bien vale una película en Hollywood. Pero sucedió en el mundo real, en el Atlántico Sur.
Nadie llegó forzado, contra su voluntad. "En aquella época, a todos desde chicos nos habían enseñado un par de cosas fundamentales: que había que ahorrar para garantizarte un futuro y que las Malvinas eran argentinas", asegura Carlos Rodríguez (piloto de Metro Merlin III LV-MRL de Astilleros Alianza).
En Comodoro Rivadavia con el uniforme que las FAA les entregó a los tripulantes de las aeronaves |
“Fue un jet ejecutivo muy conocido por su matricula, pues las iniciales finales LV-ALF hacían referencia a su propietaria Amalia Lacroze de Fortabat. Tan solo un año después de su uso Fortabat lo puso a disposición de la Fuerza Aérea Argentina. La tripulación del LV-ALF se componía de tres pilotos, Edgardo Acosta, Juan Redonda, Teodoro Delorme y el mecánico de a bordo Florencio Cano. Dicha tripulación integró el grupo de aviones guías a cazas de combate que eran llevados hacia las Islas Malvinas ante la falta de equipos de navegación. Otras de las misiones que realizó fueron las comúnmente llamada ‘empaste’ o ‘blanqueo de radar enemigo’”, explica Meunier y añade que, finalizado el conflicto, el Learjet de Loma Negra, como el resto de las aeronaves privadas, fue devuelto a su propietaria y se reincorporó a su trabajo habitual en la compañía Loma Negra hasta que en 1991 fue vendido al Banco Interfinanzas.
Amalia Fortabat, no solo dio su Lear Jet para la guerra, sino que se hizo cargo de ayudar a muchos veteranos. Además dio becas, subsidios, atención médica y viviendas a excombatientes de la Guerra de Malvinas. También organizó junto con los allí internados, salidas recreativas a los soldados , salidas a cines, teatros , hasta en una oportunidad fueron a su residencia particular a una cena muchos de los combatientes internados.
Sin lugar a dudas que fue de los pocos argentinos que luego del conflicto, dieron todo de sí ante la negligencia y desatencion del Estado Nacional, y siguieron apoyando dando puestos de trabajo, contactos para conseguirlos y demás, hasta el fin de sus días, rindiendo homenaje permanente al honor de los combatientes.
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