No puedes ayudar a los pobres destruyendo a los ricos. No puedes fortalecer al débil debilitando al fuerte. No se puede lograr la prosperidad desalentando el ahorro. No se puede levantar al asalariado destruyendo a quien lo contrata.Abraham Lincoln
Tu puedes tener un Amo, puedes tener un Rey, pero a quien tienes que temer es al Recaudador de Impuestos.
Esto es lo que reza un proverbio sumerio, escrito en arcilla, allá por el año 2.044 antes de Cristo.
Y la verdad es que no sorprende leer algo así precisamente "de boca" del pueblo sumerio.
Al fin y al cabo, en Sumer no solo surgió la primera moneda (que no fue la sal, como muchos piensan, sino la cebada) sino que también fue sede de la primera reforma tributaria lafferiana.
Los habitantes de Lagash eran, por regla general, agricultores y ganaderos, barqueros y pescadores, mercaderes y artesanos.
La riqueza y la pobreza, el éxito y el fracaso dependían en gran parte del empuje y del esfuerzo individual.
Esto cambió cuando el cargo de "gobernante" de la región pasó a ser hereditario y el "Estado" comenzó a concentrar más poder y a tener mayores ambiciones.
Ello generó, entre otras cosas, guerras con pueblos vecinos y llevó a la opresión de los otrora libres habitantes de Lagash.
Los amos de la ciudad, con el objeto de reclutar ejércitos y de suministrarles armas y pertrechos, habían creído necesario usurpar los derechos de los individuos, aumentar los impuestos y hasta apropiarse del patrimonio del Templo.
Cualquier parecido con la realidad...
Volviendo al refrán, amos, por suerte, ya no hay más. Reyes hay pocos, su accionar quedó reducido a cuestiones protocolares y nadie les teme. Las administraciones fiscales del mundo, sin embargo, tienen más poder y discreción que nunca; y la voracidad fiscal actual es récord.
Ah, volviendo a Lagash por un segundo, ¿saben cómo fue que la ciudad volvió a la prosperidad? ¡Exacto! Con una baja de impuestos y con un menor acoso fiscal. Así fue como la ciudad recuperó el esplendor y sus ciudadanos sus patrimonios y su libertad.
Via Martin Litwak
Que te diviertas!
Esto es lo que reza un proverbio sumerio, escrito en arcilla, allá por el año 2.044 antes de Cristo.
Y la verdad es que no sorprende leer algo así precisamente "de boca" del pueblo sumerio.
Al fin y al cabo, en Sumer no solo surgió la primera moneda (que no fue la sal, como muchos piensan, sino la cebada) sino que también fue sede de la primera reforma tributaria lafferiana.
Los habitantes de Lagash eran, por regla general, agricultores y ganaderos, barqueros y pescadores, mercaderes y artesanos.
La riqueza y la pobreza, el éxito y el fracaso dependían en gran parte del empuje y del esfuerzo individual.
Esto cambió cuando el cargo de "gobernante" de la región pasó a ser hereditario y el "Estado" comenzó a concentrar más poder y a tener mayores ambiciones.
Ello generó, entre otras cosas, guerras con pueblos vecinos y llevó a la opresión de los otrora libres habitantes de Lagash.
Los amos de la ciudad, con el objeto de reclutar ejércitos y de suministrarles armas y pertrechos, habían creído necesario usurpar los derechos de los individuos, aumentar los impuestos y hasta apropiarse del patrimonio del Templo.
Cualquier parecido con la realidad...
Volviendo al refrán, amos, por suerte, ya no hay más. Reyes hay pocos, su accionar quedó reducido a cuestiones protocolares y nadie les teme. Las administraciones fiscales del mundo, sin embargo, tienen más poder y discreción que nunca; y la voracidad fiscal actual es récord.
Ah, volviendo a Lagash por un segundo, ¿saben cómo fue que la ciudad volvió a la prosperidad? ¡Exacto! Con una baja de impuestos y con un menor acoso fiscal. Así fue como la ciudad recuperó el esplendor y sus ciudadanos sus patrimonios y su libertad.
Via Martin Litwak
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