La más importante narración y la única completa de la primera vuelta al mundo fue escrita por el joven Antonio Pigafetta. Nacido en Vicenza de noble origen entre 1480 y 1491 y muerto en la misma ciudad hacia 1534, también conocido como Antonio Lombardo o Antonio de Plegafetis, pasó a España en 1518 quizás como caballero de Rodas, al servicio del embajador del papa, monseñor Francisco Chieregati. Pronto trabó gran amistad con Fernando de Magallanes, que le permitió acompañarle en su viaje a la especiería sin deberes específicos, en el grupo de “criados del capitán y sobresalientes”, lo que le permitió observar y escribir su famosa relación de viaje a partir de los diarios que fue acumulando y, milagrosamente, conservó.
Se ha conjeturado que su preparación le habría hecho merecedor de un puesto de más responsabilidad marinera. En todo caso, tras retornar a España de la primera vuelta al mundo en 1522 viajó a Lisboa, Francia, Mantua, Roma y Venecia, en busca de apoyo para dar a conocer sus escritos.
Radicado en Italia desde 1523, enfrentado a Elcano y empeñado en atribuir todo el mérito del heroico viaje a Magallanes, se dedicó a escribir la “Relazioni in torno al primo viaggio di circumnavigazione. Notizia del Mondo Nuovo con le figure dei paesi scoperti”, dedicada a Felipe de Villiers, gran maestre de la orden de Rodas. Fue publicada tras su muerte, en 1536, aunque pudo haber fallecido ya en 1532, pues su padre no lo mencionó en un testamento de esa fecha.
El relato de Pigafetta sobre la primera vuelta al mundo, naturalista, exacto y fantasioso al mismo tiempo, pleno de espíritu renacentista, basado en las notas que tomaba diariamente, es rico en detalles etnográficos, zoológicos y geográficos y evidencia la inmensa curiosidad de su autor. Destacan su capacidad de observación y de comunicación con los nativos, de los que recogió abundante información, etnográfica y lingüística; el despliegue de conocimientos literarios, artísticos y científicos, dignos de un humanista; el espíritu de providencialismo religioso; la atención a las técnicas curativas y la sintomatología de las enfermedades; o la atención a los detalles, que muestra las dificultades para comprender las realidades tan disímiles que aquellos navegantes extraordinarios habían hallado.
Pigafetta escribió también un tratado de navegación que contiene la descripción de tres métodos para determinar la longitud, vinculados a la obra de Francisco Faleiro, colaborador de Magallanes y autor de un “Tratado de la esfera o arte de navegar” (1535). Dichos métodos eran el cálculo de la distancia desde un punto de longitud conocida por la observación de la distancia de la Luna desde la eclíptica (curva por la que discurre el sol alrededor de la tierra); observación de la conjunción de la luna con una estrella o planeta; y del uso de la brújula Pigafetta describió también la forma de tomar la altitud de la Estrella Polar para determinar la latitud, cómo conocer la dirección del viento y otros problemas de navegación.
Se ha conjeturado que su preparación le habría hecho merecedor de un puesto de más responsabilidad marinera. En todo caso, tras retornar a España de la primera vuelta al mundo en 1522 viajó a Lisboa, Francia, Mantua, Roma y Venecia, en busca de apoyo para dar a conocer sus escritos.
Radicado en Italia desde 1523, enfrentado a Elcano y empeñado en atribuir todo el mérito del heroico viaje a Magallanes, se dedicó a escribir la “Relazioni in torno al primo viaggio di circumnavigazione. Notizia del Mondo Nuovo con le figure dei paesi scoperti”, dedicada a Felipe de Villiers, gran maestre de la orden de Rodas. Fue publicada tras su muerte, en 1536, aunque pudo haber fallecido ya en 1532, pues su padre no lo mencionó en un testamento de esa fecha.
El relato de Pigafetta sobre la primera vuelta al mundo, naturalista, exacto y fantasioso al mismo tiempo, pleno de espíritu renacentista, basado en las notas que tomaba diariamente, es rico en detalles etnográficos, zoológicos y geográficos y evidencia la inmensa curiosidad de su autor. Destacan su capacidad de observación y de comunicación con los nativos, de los que recogió abundante información, etnográfica y lingüística; el despliegue de conocimientos literarios, artísticos y científicos, dignos de un humanista; el espíritu de providencialismo religioso; la atención a las técnicas curativas y la sintomatología de las enfermedades; o la atención a los detalles, que muestra las dificultades para comprender las realidades tan disímiles que aquellos navegantes extraordinarios habían hallado.
Pigafetta escribió también un tratado de navegación que contiene la descripción de tres métodos para determinar la longitud, vinculados a la obra de Francisco Faleiro, colaborador de Magallanes y autor de un “Tratado de la esfera o arte de navegar” (1535). Dichos métodos eran el cálculo de la distancia desde un punto de longitud conocida por la observación de la distancia de la Luna desde la eclíptica (curva por la que discurre el sol alrededor de la tierra); observación de la conjunción de la luna con una estrella o planeta; y del uso de la brújula Pigafetta describió también la forma de tomar la altitud de la Estrella Polar para determinar la latitud, cómo conocer la dirección del viento y otros problemas de navegación.
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