Edgar Hoover, antiguo director del FBI tenía como máxima que la «información es poder», y debía de tener razón ya que ninguno de los 8 presidentes que ejercieron su mandato durante la carrera de Hoover consiguió sacarle de su cargo, y no por que no quisieran. Se dice que la realidad supera a la ficción y también que los sueños de hoy son la realidad del mañana, esto implica que también algunas pesadillas son posibles, e incluso «empeorables».
Más allá de la imaginación de George Orwell, que nos describía en su libro «1984» una sociedad completamente vigilada por una autoridad superior, conocida como el Gran Hermano, nombre elegido quizá para darle un toque paternalista y protector, lejos de su auténtica función como herramienta de control de las masas.
Hasta hace pocos años era popular la figura del detective con gafas oscuras, gabardina y que fuma impasiblemente bajo una ventana mientras vigila o pinchando el teléfono de alguien para escuchar sus conversaciones. Pero hoy en día, con el incalculable flujo de información que circula por Internet y con la informatización de todos los sistemas, esta imagen del espía clásico ha quedado para los museos.
Desde el inicio de la guerra fría, los Estados Unidos y el Reino Unido firmaron un acuerdo para la creación de un sistema conjunto de espionaje y defensa. A esta iniciativa se unieron más tarde Australia, Canadá y Nueva Zelanda, creando una amplísima red de comunicaciones llamada Echelon, para poder interceptar cualquier movimiento de los soviéticos.
Curiosamente, tras finalizar la guerra fría, el Proyecto Echelon continuó en marcha, usándose para la investigación de civiles, por una u otra razón y contradiciendo así sus principios básicos como mecanismo de defensa de guerra.
El Parlamento Europeo puso veto a este proyecto el día 5 de Septiembre del año 2001 y, aunque en la práctica no lo detuvo, si que confirmó al mundo su existencia, algo que el gobierno de los EEUU negaron de todas las formas posibles durante años. «Casualmente», 6 días después se produjeron en Manhattan los terribles atentados del 11-S, que entre otras muchas consecuencias, impulsaron de nuevo la carrera del sistema Echelon gracias a las nuevas leyes antiterroristas.
¿Cómo funciona esta red? Pues es bien sencillo, todos los programas de correo poseen protocolos de análisis del contenido, igual que se puede hacer con las comunicaciones analógicas (teléfono) mediante el reconocimiento de ondas. Estos protocolos suelen ser pasivos, sólo analizan los mensajes, pero si detectan ciertas palabras clave (bomba, terrorista, atentado…) con demasiada frecuencia, saltará la alarma y se enviará un informe a la central. Si reincidimos mucho o nuestros mensajes llevan demasiadas «palabras calientes», casi seguro que pronto estaremos bajo vigilancia.
Resulta muy curios observar como incluso cuando escribimos un texto en el Microsoft Word y después lo borramos, guardándolo en blanco, puede leerse ese texto que borramos si lo abrimos con el WordPad de Windows. Incluso lo que borramos se guarda en el código, inquietante ¿verdad?
Más allá de la imaginación de George Orwell, que nos describía en su libro «1984» una sociedad completamente vigilada por una autoridad superior, conocida como el Gran Hermano, nombre elegido quizá para darle un toque paternalista y protector, lejos de su auténtica función como herramienta de control de las masas.
Hasta hace pocos años era popular la figura del detective con gafas oscuras, gabardina y que fuma impasiblemente bajo una ventana mientras vigila o pinchando el teléfono de alguien para escuchar sus conversaciones. Pero hoy en día, con el incalculable flujo de información que circula por Internet y con la informatización de todos los sistemas, esta imagen del espía clásico ha quedado para los museos.
Desde el inicio de la guerra fría, los Estados Unidos y el Reino Unido firmaron un acuerdo para la creación de un sistema conjunto de espionaje y defensa. A esta iniciativa se unieron más tarde Australia, Canadá y Nueva Zelanda, creando una amplísima red de comunicaciones llamada Echelon, para poder interceptar cualquier movimiento de los soviéticos.
Curiosamente, tras finalizar la guerra fría, el Proyecto Echelon continuó en marcha, usándose para la investigación de civiles, por una u otra razón y contradiciendo así sus principios básicos como mecanismo de defensa de guerra.
El Parlamento Europeo puso veto a este proyecto el día 5 de Septiembre del año 2001 y, aunque en la práctica no lo detuvo, si que confirmó al mundo su existencia, algo que el gobierno de los EEUU negaron de todas las formas posibles durante años. «Casualmente», 6 días después se produjeron en Manhattan los terribles atentados del 11-S, que entre otras muchas consecuencias, impulsaron de nuevo la carrera del sistema Echelon gracias a las nuevas leyes antiterroristas.
¿Cómo funciona esta red? Pues es bien sencillo, todos los programas de correo poseen protocolos de análisis del contenido, igual que se puede hacer con las comunicaciones analógicas (teléfono) mediante el reconocimiento de ondas. Estos protocolos suelen ser pasivos, sólo analizan los mensajes, pero si detectan ciertas palabras clave (bomba, terrorista, atentado…) con demasiada frecuencia, saltará la alarma y se enviará un informe a la central. Si reincidimos mucho o nuestros mensajes llevan demasiadas «palabras calientes», casi seguro que pronto estaremos bajo vigilancia.
Resulta muy curios observar como incluso cuando escribimos un texto en el Microsoft Word y después lo borramos, guardándolo en blanco, puede leerse ese texto que borramos si lo abrimos con el WordPad de Windows. Incluso lo que borramos se guarda en el código, inquietante ¿verdad?
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