Un empleado estatal está sentado al escritorio, en su oficina, y como se encuentra algo aburrido se pone a revisar lo que hay en un armario. Después de hurgar un rato, encuentra una vieja lámpara que le gusta, y decide llevársela como adorno a su casa. Toma un paño, la frota para limpiarla, y grande es su sorpresa cuando un genio sale de su interior. Como ocurre con todos los genios liberados, éste le concede tres deseos:
-Quiero tomar una gaseosa bien fría porque tengo mucha sed -dice, en primer lugar, el hombre.
-Concedido -dice el genio.
Una latita aparece de golpe en sus manos y el empleado la bebe. Lleno de entusiasmo, pide su segundo deseo:
-Quiero estar en el Caribe, rodeado por veinte mujeres espectaculares que hagan todo lo que les pido.
-Concedido -dice el genio.
Y de golpe el hombre se encuentra en una playa, bajo una palmera, con rubias, morochas, negras y asiáticas increíblemente hermosas bailando a su lado. Sin poder creerlo, pide entonces el último deseo:
-No quiero volver a trabajar nunca más en mi vida.
-Concedido -dice el genio.
Y mágicamente vuelve a encontrarse sentado al escritorio en su oficina.
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