Los mares siempre han representado una fuente inagotable de profundos terrores. El concepto de monstruos marinos
es casi tan antiguo como las primeras embarcaciones que se hicieron a
la mar entre las aguas bravas, aventurándose cada vez más lejos de la
seguridad que les brindaba la tierra firme.
El sinnúmero de extrañas criaturas avistadas a lo largo de estos viajes despertaron una mezcla de miedo y fascinación entre los navegantes. Quienes incapaces de explicar lo que estaban viendo, atribuían estos animales a conceptos legendarios, aterradores y la mayoría de las veces exagerados.
Serpientes marinas, sirenas, monstruos escamosos, criaturas con tentáculos, seres de las profundidades, ballenas colosales del tamaño de islas… el mar parece ejercer un extraño poder se sugestión sobre aquellos quienes viajan en él. Como es lógico, estas historias de marineros rara vez fueron tomadas en serio y a menudo las consideraban una tontería. A pesar de esto, tales relatos no dejan de ofrecer un panorama interesante de la vida de estos valientes hombres de la mar.
El Ministerio de Defensa de Gran Bretaña, por mencionar un ejemplo, no lleva ninguna especie de registros sobre avistamientos de “monstruos marinos”, pero a las tripulaciones de los buques y submarinos que afirmaron haber visto a estos seres, nunca se les prohibió que hicieran el escrito de sus experiencias en los diarios de a bordo.
Hace algunos años, decenas de diarios de a bordo propiedad del Archivo General de la Marina del Reino Unido en Keys fueron abiertos al público, como consecuencia de una reforma en la libertad de información firmada por el Departamento de Defensa. Entre estos diarios de a bordo, algunos muy antiguos, que se remontan al periodo de las Grandes Navegaciones y a los viajes ultramarinos, se pueden encontrar descripciones y testimonios de hombres confrontados por cosas que eran incapaces de comprender.
El acceso a este tipo de información es valioso no únicamente para los historiadores, también resulta de interés para biólogos y oceanógrafos quienes tienen la oportunidad de encontrar los que podrían ser los primeros registros de animales hasta entonces poco conocidos y de los cuales, incluso en la actualidad, se sabe muy poco.
Ronald Darby, un biólogo marino de la Universidad de Aberdeen, ha venido realizando una serie de investigaciones basado en estos archivos liberados. Examinando entre los diarios de a bordo escritos en el siglo XVII encontró varias descripciones de criaturas consideradas monstruosas por los marineros de la época. Focalizó su investigación en las descripciones que contenían las palabras “monstruos gigantes” y “animales extraños”.
Según el portavoz del Ministerio de Defensa, la Royal Navy jamás ha llevado ningún tipo de archivo o registro de información exclusivo de “monstruos marinos”. Reconoció, sin embargo, que era un acto común que los capitanes alentaran a sus inmediatos a tomar notas detalladas sobre los avistamientos de animales peculiares, generalmente mamíferos marinos.
Uno de los relatos más celebres de monstruos marinos fue hecho por el capitán y los oficiales de la fragata HMS Daedalus cuando bordeaban el Cabo de Buena Esperanza, en el Pacífico Sur en agosto de 1834. Durante su regreso a Inglaterra, el capitán Peter M’Quhae envió una descripción detallada al Almirantazgo y a Times sobre lo que habían visto. El relato del capitán incluía la descripción de una especie de serpiente de mar de más de 18 metros de largo a la que divisaron durante cerca de 20 minutos. El animal, de una especie desconocida, nadó alrededor del Daedalus emergiendo durante algunos instantes para emitir un largo sonido que parecía el llanto de un niño. Esta serpiente se mantuvo todo el tiempo a distancia de la embarcación y en la única oportunidad que tuvieron, los oficiales le dispararon sin obtener resultado alguno. El monstruo se hundió y no volvió nunca más.
Lo que volvió a este relato famoso fue que el capitán M’Quhae es un hombre muy respetado por sus colegas y considerado un hombre por encima de toda sospecha, siempre honesto y con un historial impecable de servicio náutico. Otro detalle es que la historia fue acompañada por dibujos realizados por un talentoso marinero que capturó toda un aura de extrañeza que rodeaba a la increíble criatura.
Times llegó al punto de ofrecer recompensas por informes creíbles de avistamientos de animales marinos inusuales, pero pronto tuvo que retirar la oferta luego de ser inundado con todo tipo de relatos, la mayoría de los cuales, por su puesto, eran totalmente falsos.
El inicio del siglo XIX, sin duda alguna, puede ser considerado como la edad de oro de los relatos que implicaban monstros marinos. La investigación en los archivos del Almirantazgo Británico reveló docenas de presuntos avistamientos de estas fantásticas criaturas, muchas de las cuales eran evidentemente exageradas, como la historia contada por la tripulación del HMS Waxpole que afirmó haber divisado a una serpiente de más de 100 metros de longitud que levantó la embarcación y casi los arrastra a las profundidades cuando emergió creando un poderoso remolino.
Otro relato increíble vino del capitán James Stockdale en mayo de 1850. Stockdale y la tripulación del navío Rob Roy se encontraban cerca de la isla de Santa Helena, cuando el vigía escuchó un extraño sonido de agua salpicando. Al inclinarse para examinar el casco de la nave, se encontró con la enorme cabeza de una serpiente de mar que se erguía por sobre el agua a casi dos metros de altura. El hombre dio aviso a los demás miembros de la tripulación que llegaron a tiempo para ser testigos de la extraña criatura que tenía una cola tensa en forma de cometa y espinas a lo largo de toda la espalda. Según el capitán, el animal debería tener cuando menos 20 metros de largo. “Cubierto de escamas, su coloración era verde-grisácea, siendo que el hecho más sorprendente fueron sus enormes ojos amarillos, visibles incluso en la oscuridad de la noche y bajo el agua“.
Los marineros, que fueron sometidos a un meticuloso interrogatorio, confirmaron la misma historia. Esta representación de un monstruo con ojos brillantes fue utilizada por Julio Verne en la novela clásica “Veinte mil leguas de viaje submarino“. En cierto momento, uno de los personajes del libro afirma que un monstruo de ojos semejantes al fuego del infierno había sido visto en Santa Helena. En este caso, el monstruo era nada menos que el fantástico submarino Nautilus del Capitán Nemo.
Otro caso sensacional fue archivado por la Dirección de Comercio Mercantil en 1857. Involucra un diario firmado por el capitán George Henry Harrington del buque mercante Castilan en viaje por el Pacífico Sur. El 13 de diciembre, el capitán fue llamado para que viera un “enorme animal marino” que había emergido a unos 200 metros del navío. El Capitán pensó que se trataba de una ballena y ordenó a sus hombres descender en un pequeño bote para arponear al animal. El bote con 12 marineros experimentados se acercó con cautela y cuando llegó a 50 metros de la joroba que sobresalía de la línea de agua, informaron que la cosa se asemejaba a una gran boya cubierta de manchas blancuzcas.
Y, sin previo aviso, una enorme cabeza de tortuga, coronada con espinas emergió del agua para hacerles frente a los aterrorizados tripulantes. Según el registro, “la cosa tenía una longitud extraordinaria, su carne era flácida, blanca y áspera, con aletas dorsales cuadradas en la punta.” Los hombres que iban a arponear al animal afirmaron percibir un fuerte olor a sal que emanaba de la criatura, quien al darse cuenta de la presencia de la embarcación se sumergió y nada en círculos de una forma amenazadora. Asustados, los hombres del Castilla dispararon fuego con mosquetes y llamarón la atención del monstruo que pasó por un lado balanceando violentamente al barco mercante. Los marineros afirmaron que debería tener por lo menos 50 metros de largo.
Pero estos diarios de a bordo no sólo incluyen relatos de serpientes marinas. Y del mismo modo, no todo ocurre en la época de las Grandes Navegaciones.
Uno de los informes más extraños data del año 1916, escrito por el segundo de a bordo James Dooney del buque de guerra HMS Culver que patrullaba la costa de Dover durante la Gran Guerra. Los marineros informaron el avistamiento de una extraña estela de luz subacuática. Al investigar con más cuidado, los marineros notaron un grupo de extrañas burbujas que despedían un olor a azufre. Varios peces muertos flotaban a lo largo de toda una franja. Creyendo que se trataba de una especie de erupción marina, el navío de dispuso a abandonar la zona, cuando repentinamente una especie animal nunca antes vista salió del agua y chocó violentamente con el Culver.
Los hombres corrieron a sus puestos pensando que se trataba de un submarino alemán a punto de lanzarles torpedos. El Culver se apartó rápidamente y fue perseguido por la criatura desconocida cuya forma se asemejaba a una boya deforme de coloración pálida. Los vigías informaron haber visto a una criatura enorme emerger por lo menos dos veces y nadar junto al navío. Finalmente, la cosa se sumergió y desapareció cuando el barco se acercó a la orilla para alivio de los tripulantes.
El informe fue enviado al Departamento de Guerra, pero el incidente nunca fue esclarecido, a pesar de que se llevó a cabo una investigación. En ese momento, los arrastreros y los barcos de pesca también afirmaron haber avistado a la extraña criatura que ganó el apodo de la “Bestia Marina de Dover“.
La parte más aterrorizante de la narrativa da cuenta de que tres barcos fueron hundidos junto con 38 tripulantes. Pero sólo uno de ellos fue rescatado por los británicos. Los otros dos se perdieron en una densa niebla justo antes de ser atacados por un monstruo desconocido.
El paradero de los marineros desaparecidos nunca se determinó y fueron considerados víctima de guerra.
El mar sigue despertando miedo y fascinación, y es muy probable que sus misterios nunca sean totalmente revelados.
El sinnúmero de extrañas criaturas avistadas a lo largo de estos viajes despertaron una mezcla de miedo y fascinación entre los navegantes. Quienes incapaces de explicar lo que estaban viendo, atribuían estos animales a conceptos legendarios, aterradores y la mayoría de las veces exagerados.
Serpientes marinas, sirenas, monstruos escamosos, criaturas con tentáculos, seres de las profundidades, ballenas colosales del tamaño de islas… el mar parece ejercer un extraño poder se sugestión sobre aquellos quienes viajan en él. Como es lógico, estas historias de marineros rara vez fueron tomadas en serio y a menudo las consideraban una tontería. A pesar de esto, tales relatos no dejan de ofrecer un panorama interesante de la vida de estos valientes hombres de la mar.
El Ministerio de Defensa de Gran Bretaña, por mencionar un ejemplo, no lleva ninguna especie de registros sobre avistamientos de “monstruos marinos”, pero a las tripulaciones de los buques y submarinos que afirmaron haber visto a estos seres, nunca se les prohibió que hicieran el escrito de sus experiencias en los diarios de a bordo.
Hace algunos años, decenas de diarios de a bordo propiedad del Archivo General de la Marina del Reino Unido en Keys fueron abiertos al público, como consecuencia de una reforma en la libertad de información firmada por el Departamento de Defensa. Entre estos diarios de a bordo, algunos muy antiguos, que se remontan al periodo de las Grandes Navegaciones y a los viajes ultramarinos, se pueden encontrar descripciones y testimonios de hombres confrontados por cosas que eran incapaces de comprender.
El acceso a este tipo de información es valioso no únicamente para los historiadores, también resulta de interés para biólogos y oceanógrafos quienes tienen la oportunidad de encontrar los que podrían ser los primeros registros de animales hasta entonces poco conocidos y de los cuales, incluso en la actualidad, se sabe muy poco.
Ronald Darby, un biólogo marino de la Universidad de Aberdeen, ha venido realizando una serie de investigaciones basado en estos archivos liberados. Examinando entre los diarios de a bordo escritos en el siglo XVII encontró varias descripciones de criaturas consideradas monstruosas por los marineros de la época. Focalizó su investigación en las descripciones que contenían las palabras “monstruos gigantes” y “animales extraños”.
Según el portavoz del Ministerio de Defensa, la Royal Navy jamás ha llevado ningún tipo de archivo o registro de información exclusivo de “monstruos marinos”. Reconoció, sin embargo, que era un acto común que los capitanes alentaran a sus inmediatos a tomar notas detalladas sobre los avistamientos de animales peculiares, generalmente mamíferos marinos.
Uno de los relatos más celebres de monstruos marinos fue hecho por el capitán y los oficiales de la fragata HMS Daedalus cuando bordeaban el Cabo de Buena Esperanza, en el Pacífico Sur en agosto de 1834. Durante su regreso a Inglaterra, el capitán Peter M’Quhae envió una descripción detallada al Almirantazgo y a Times sobre lo que habían visto. El relato del capitán incluía la descripción de una especie de serpiente de mar de más de 18 metros de largo a la que divisaron durante cerca de 20 minutos. El animal, de una especie desconocida, nadó alrededor del Daedalus emergiendo durante algunos instantes para emitir un largo sonido que parecía el llanto de un niño. Esta serpiente se mantuvo todo el tiempo a distancia de la embarcación y en la única oportunidad que tuvieron, los oficiales le dispararon sin obtener resultado alguno. El monstruo se hundió y no volvió nunca más.
Lo que volvió a este relato famoso fue que el capitán M’Quhae es un hombre muy respetado por sus colegas y considerado un hombre por encima de toda sospecha, siempre honesto y con un historial impecable de servicio náutico. Otro detalle es que la historia fue acompañada por dibujos realizados por un talentoso marinero que capturó toda un aura de extrañeza que rodeaba a la increíble criatura.
Times llegó al punto de ofrecer recompensas por informes creíbles de avistamientos de animales marinos inusuales, pero pronto tuvo que retirar la oferta luego de ser inundado con todo tipo de relatos, la mayoría de los cuales, por su puesto, eran totalmente falsos.
El inicio del siglo XIX, sin duda alguna, puede ser considerado como la edad de oro de los relatos que implicaban monstros marinos. La investigación en los archivos del Almirantazgo Británico reveló docenas de presuntos avistamientos de estas fantásticas criaturas, muchas de las cuales eran evidentemente exageradas, como la historia contada por la tripulación del HMS Waxpole que afirmó haber divisado a una serpiente de más de 100 metros de longitud que levantó la embarcación y casi los arrastra a las profundidades cuando emergió creando un poderoso remolino.
Otro relato increíble vino del capitán James Stockdale en mayo de 1850. Stockdale y la tripulación del navío Rob Roy se encontraban cerca de la isla de Santa Helena, cuando el vigía escuchó un extraño sonido de agua salpicando. Al inclinarse para examinar el casco de la nave, se encontró con la enorme cabeza de una serpiente de mar que se erguía por sobre el agua a casi dos metros de altura. El hombre dio aviso a los demás miembros de la tripulación que llegaron a tiempo para ser testigos de la extraña criatura que tenía una cola tensa en forma de cometa y espinas a lo largo de toda la espalda. Según el capitán, el animal debería tener cuando menos 20 metros de largo. “Cubierto de escamas, su coloración era verde-grisácea, siendo que el hecho más sorprendente fueron sus enormes ojos amarillos, visibles incluso en la oscuridad de la noche y bajo el agua“.
Los marineros, que fueron sometidos a un meticuloso interrogatorio, confirmaron la misma historia. Esta representación de un monstruo con ojos brillantes fue utilizada por Julio Verne en la novela clásica “Veinte mil leguas de viaje submarino“. En cierto momento, uno de los personajes del libro afirma que un monstruo de ojos semejantes al fuego del infierno había sido visto en Santa Helena. En este caso, el monstruo era nada menos que el fantástico submarino Nautilus del Capitán Nemo.
Otro caso sensacional fue archivado por la Dirección de Comercio Mercantil en 1857. Involucra un diario firmado por el capitán George Henry Harrington del buque mercante Castilan en viaje por el Pacífico Sur. El 13 de diciembre, el capitán fue llamado para que viera un “enorme animal marino” que había emergido a unos 200 metros del navío. El Capitán pensó que se trataba de una ballena y ordenó a sus hombres descender en un pequeño bote para arponear al animal. El bote con 12 marineros experimentados se acercó con cautela y cuando llegó a 50 metros de la joroba que sobresalía de la línea de agua, informaron que la cosa se asemejaba a una gran boya cubierta de manchas blancuzcas.
Y, sin previo aviso, una enorme cabeza de tortuga, coronada con espinas emergió del agua para hacerles frente a los aterrorizados tripulantes. Según el registro, “la cosa tenía una longitud extraordinaria, su carne era flácida, blanca y áspera, con aletas dorsales cuadradas en la punta.” Los hombres que iban a arponear al animal afirmaron percibir un fuerte olor a sal que emanaba de la criatura, quien al darse cuenta de la presencia de la embarcación se sumergió y nada en círculos de una forma amenazadora. Asustados, los hombres del Castilla dispararon fuego con mosquetes y llamarón la atención del monstruo que pasó por un lado balanceando violentamente al barco mercante. Los marineros afirmaron que debería tener por lo menos 50 metros de largo.
Pero estos diarios de a bordo no sólo incluyen relatos de serpientes marinas. Y del mismo modo, no todo ocurre en la época de las Grandes Navegaciones.
Uno de los informes más extraños data del año 1916, escrito por el segundo de a bordo James Dooney del buque de guerra HMS Culver que patrullaba la costa de Dover durante la Gran Guerra. Los marineros informaron el avistamiento de una extraña estela de luz subacuática. Al investigar con más cuidado, los marineros notaron un grupo de extrañas burbujas que despedían un olor a azufre. Varios peces muertos flotaban a lo largo de toda una franja. Creyendo que se trataba de una especie de erupción marina, el navío de dispuso a abandonar la zona, cuando repentinamente una especie animal nunca antes vista salió del agua y chocó violentamente con el Culver.
Los hombres corrieron a sus puestos pensando que se trataba de un submarino alemán a punto de lanzarles torpedos. El Culver se apartó rápidamente y fue perseguido por la criatura desconocida cuya forma se asemejaba a una boya deforme de coloración pálida. Los vigías informaron haber visto a una criatura enorme emerger por lo menos dos veces y nadar junto al navío. Finalmente, la cosa se sumergió y desapareció cuando el barco se acercó a la orilla para alivio de los tripulantes.
El informe fue enviado al Departamento de Guerra, pero el incidente nunca fue esclarecido, a pesar de que se llevó a cabo una investigación. En ese momento, los arrastreros y los barcos de pesca también afirmaron haber avistado a la extraña criatura que ganó el apodo de la “Bestia Marina de Dover“.
La parte más aterrorizante de la narrativa da cuenta de que tres barcos fueron hundidos junto con 38 tripulantes. Pero sólo uno de ellos fue rescatado por los británicos. Los otros dos se perdieron en una densa niebla justo antes de ser atacados por un monstruo desconocido.
El paradero de los marineros desaparecidos nunca se determinó y fueron considerados víctima de guerra.
El mar sigue despertando miedo y fascinación, y es muy probable que sus misterios nunca sean totalmente revelados.
Tomado de: http://marcianosmx.com/diarios-a-bordo-relatos-monstruos-marinos/
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