Pechos,
tetas, mamas, senos, bustos, ubres y una larga lista de sinónimos un
poco más vulgares son los nombres con los que nos referimos a esa parte
de la anatomía femenina que se encuentra situada en algún lugar entre
las clavículas y el ombligo. Una acumulación de grasas, ligamentos,
tejidos conjuntivos y lóbulos mamarios que han traído de cabeza a
millones de hombres (y, por qué no decirlo, de mujeres) a lo largo de la
historia del ser humano. No hay más que darse una vuelta por un centro
comercial para darse cuenta de que los pechos femeninos al descubierto
están por todas partes, y no únicamente en los escaparates de las
tiendas de lencería: anuncios de cualquier tipo, dependientas con
vestidos escotados o maniquíes desnaturalizados
recuerdan (o más bien, exigen) a las mujeres que se preocupen por el
tamaño de sus pechos. O que, por lo menos, enseñen un poquito más.
Quizá
por eso la ciencia ha dedicado un gran esfuerzo a identificar qué hace
tan especiales a los pechos femeninos, y a lo largo de los últimos años
se ha alumbrado multitud de estudios que abordan dicha parte de la
anatomía desde distintos puntos de vista. Quizá sirvan para deshacernos
para siempre de la obsesión por dicho oscuro objeto de deseo (o quizá
no), pero desde luego, sí que puede ser útil para saber de qué hablamos cuando hablamos de tetas.
Cuanto más pobre eres, más grandes te gustan
Empecemos por la investigación más reciente. Según indicó este mes de julio un estudio publicado en PloSOne, los hombres pertenecientes a un nivel social más bajo o circunstancialmente hambrientos
prefieren los pechos de mayor tamaño. La razón que aducen los
investigadores es que debido a que los pechos grandes presentan una
mayor reserva de grasa, nuestro lado irracional nos hace preferirlos en
esos momentos en que tenemos el estómago vacío. Además, según mostraban
los datos de la investigación, cuanto más alto es el nivel
socioeconómico de la persona, más pequeño es el tamaño de los pechos que
prefieren.
Están ahí para que los hombres jueguen con ellas
Pero, ¿para qué sirven? ¿Por qué reclaman nuestra atención? ¿Qué hacen y hacia dónde se dirigen? Algunos biólogos, como Larry Young
de la Universidad de Emory, han sugerido la posibilidad de que los
pechos resulten atractivos a los hombres para que, durante la cópula,
los masajeen. Ello provoca que la oxitocina, la llamada “hormona del
amor” sea liberada, lo que hace aumentar el deseo sexual de las mujeres
que están siendo acariciadas. En resumidas cuentas, a los hombres les
gustan los pechos porque tocarlos hace que las mujeres los deseen más.
Eso sí que es un círculo vicioso.
El tamaño sí que importa…
¿Es
verdad que nos gustan los pechos grandes? Pues sí, y según un par de
experimentos sociológicos realizados en Francia y en Nueva Zelanda,
estamos destinados a acercarnos a aquellas mujeres con una mayor talla de busto.
Tanto en un estudio como en otro, la misma mujer con diferentes tamaños
de pecho recibía más miradas furtivas y la atención de más hombres
cuanto más alto era el número en la etiqueta de su sujetador.
…sobre todo, si eres machista
El
mismo estudio en el que se descubrió que los hombres hambrientos
prefieren a las mujeres exuberantes señalaba además que las personas más
machistas suelen preferir también los pechos de mayor tamaño. Sin
embargo, los que tienen una visión más igualitaria sobre el rol en la sociedad de hombres y mujeres en suelen preferir los pechos más pequeños.
Los sujetadores las hacen caerse
¿Llevar
sujetador o no? Esta se trata de una de las discusiones más recurrentes
en lo referente a la moda femenina, pero un estudio publicado este
mismo año parece haberle dado un punto y final definitivo (o, al menos,
un punto y seguido por el momento). Según señala Jean-Denis Roullon de la Universidad de Besançon en Francia tras haber realizado un estudio de 15 años de duración, los sujetadores debilitan los músculos que contribuyen a la firmeza del pecho,
por lo que aquellas mujeres que no hacían uso de dicha prenda tenían
unos pezones de media siete milímetros más altos que aquellas que sí lo
hacían.
Alargan la vida de los hombres…
La justificación definitiva para decirle a la parienta que ver porno es bueno: según una célebre investigación publicada en Hot Topics in Hypertension, observar cada día durante diez minutos pechos femeninos de gran tamaño puede aumentar la esperanza de vida entre cuatro y seis años.
La razón aducida por la investigación es que aquellos que seguían a
rajatabla esta estricta dieta tenían una menor presión sanguínea y su
corazón funcionaba mejor. Quizá los resultados de la investigación sean
un tanto exagerados, pero no se pierde nada por intentarlo.
…Y es lo primero a lo que miran
Todos
sabemos lo que va a responder un hombre cuando se le pregunta qué es en
lo primero que se fija en una mujer. Probablemente, la respuesta sea
“en su sonrisa”, “en sus ojos”, “en su pelo” o alguna zarandaja
semejante. Mienten como bellacos. Según una investigación realizada en
la Universidad de Wellington, en Nueva Zelanda, el 80% de las miradas
masculinas se dirigen instintivamente al escote de las mujeres cuyas
fotografías les habían sido presentadas. No sólo miraban primero, sino
más tiempo. ¿Cuáles eran las zonas del cuerpo femenino menos observadas?
Los brazos, las pantorrillas y los pies.
Su tamaño está determinado por los genes
Un
estudio publicado en julio de 2012 señaló los siete marcadores
genéticos que determinan el tamaño del busto y que pueden ser heredados
de madres a hijas. Sin embargo, lo más interesante de la investigación
llevada a cabo por Nicholas Erickson y la empresa de
test genéticos 23andMe es que ponía de manifiesto que existe una
relación entre el tamaño del pecho y la posibilidad de sufrir cáncer de mama.
Los pechos grandes son algo exclusivo de los seres humanos
Quizá
muchos no hayan reparado en ello, pero en pocas especies animales
existe tanta diferencia entre el tamaño de unos pechos y otros como en
la humana. Como indican científicos evolucionistas, otros homínidos
simplemente hacen crecer su pecho durante la lactancia y posteriormente
retornan a su estado plano. ¿Por qué el hombre no? Porque para los
humanos se trata de un ornamento sexual, puesto que la
forma de reloj de arena (ancha en pechos y caderas, estrecha en la
cintura) es la más atractiva para el macho humano, algo que no ocurre
con el resto de primates.
Una buena noticia: cada vez son más grandes
Y no, no se trata únicamente de la aparición de estos milagrosos sujetadores push-ups
que permiten crear un peculiar efecto visual (que también), sino que
las estadísticas demuestran que los pechos están creciendo año a año.
¿Los motivos? Aparte del evidente incremento de las operaciones de
cirugía estética, el aumento de peso en la población femenina
occidental ha contribuido significativamente a este crecimiento. De
hecho, la talla media en Estados Unidos ha pasado de ser una 34B en 1990
a una 36C. Por si algún hombre necesita organizar sus vacaciones
todavía, aquí puede consultar un mapa sobre los diferentes tamaños del pecho femenino según el país.
Tomado de: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013-08-11/tetologia-los-pechos-femeninos-explicados-por-la-ciencia_16230/
¿Mas preocupaciones? No te calentes y leete esto: http://www.fabiofusaro.blogspot.com.ar/2012/11/para-quien-esta-con-mucha-bronca.html
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