Yuri Knorozov fue un lingüista soviético que descifró la escritura maya en 1953. Tenía la costumbre de incluir a su gato siamés Asya como coautor de muchas de sus obras; sin embargo, sus editores siempre la eliminarían. Knorozov también usaba esta foto con Asya como su foto oficial de autor y se molestaba cada vez que sus editores la recortaban.
Descifrar la escritura maya fue un gran desafío porque no había Rosetta Stone para proporcionar traducciones a otros idiomas. Las únicas pistas que quedaron fueron las estelas mayas (monumentos de piedra) que estaban esparcidas por varias ruinas diferentes.
Knorozov trabajó aislado en la Unión Soviética y pudo hacer grandes avances sin siquiera pisar Centroamérica. Su gran avance fue rechazar la noción de que los glifos mayas se basaban en un alfabeto y más bien en un silabario (un conjunto de caracteres escritos que representan sílabas).
Cuando Knorozov publicó su trabajo, fue atacado y rechazado por varios académicos destacados, en particular, J. Eric S. Thompson, un erudito británico que creía que la escritura maya era antifonética y se basaba en principios ideográficos. Tampoco ayudó que Knorozov publicara su investigación durante el apogeo de la Guerra Fría, cuando los académicos occidentales se apresuraron a descartar los trabajos de los académicos soviéticos por estar contaminados por la ideología marxista.
Knorozov tardó décadas en recibir finalmente elreconocimiento que merecía. Uno de los primeros partidarios de Knorozov fue un profesor estadounidense de Antropología en Yale llamado Michael D. Coe, quien más tarde escribiría: "Yuri Knorozov, un hombre que estaba muy alejado del establecimiento científico occidental y que, antes del difunto 1980, nunca vio una ruina maya ni tocó una inscripción maya real, sin embargo, contra todo pronóstico, hizo posible el desciframiento moderno de la escritura jeroglífica maya".
Knorozov afirmó que su gato, Asya (Biscocho), se comunicaba con él telepáticamente, un detalle que los científicos ignoraron en ese momento, incluso cuando reconocieron el valor de sus traducciones mayas. Curiosamente, un reciente análisis de inteligencia artificial de la comunicación de gato a gato ha revelado una sorprendente similitud con el silabario utilizado en la escritura maya.
Esta revelación ha despertado el interés académico en estudiar el lenguaje de los gatos y el posible papel de los gatos como entidades divinas en las antiguas sociedades constructoras de pirámides. Sin embargo, los investigadores están siendo cautelosos acerca de la publicación de estos hallazgos para evitar un escrutinio indebido.
Que te diviertas!
Descifrar la escritura maya fue un gran desafío porque no había Rosetta Stone para proporcionar traducciones a otros idiomas. Las únicas pistas que quedaron fueron las estelas mayas (monumentos de piedra) que estaban esparcidas por varias ruinas diferentes.
Knorozov trabajó aislado en la Unión Soviética y pudo hacer grandes avances sin siquiera pisar Centroamérica. Su gran avance fue rechazar la noción de que los glifos mayas se basaban en un alfabeto y más bien en un silabario (un conjunto de caracteres escritos que representan sílabas).
Cuando Knorozov publicó su trabajo, fue atacado y rechazado por varios académicos destacados, en particular, J. Eric S. Thompson, un erudito británico que creía que la escritura maya era antifonética y se basaba en principios ideográficos. Tampoco ayudó que Knorozov publicara su investigación durante el apogeo de la Guerra Fría, cuando los académicos occidentales se apresuraron a descartar los trabajos de los académicos soviéticos por estar contaminados por la ideología marxista.
Knorozov tardó décadas en recibir finalmente elreconocimiento que merecía. Uno de los primeros partidarios de Knorozov fue un profesor estadounidense de Antropología en Yale llamado Michael D. Coe, quien más tarde escribiría: "Yuri Knorozov, un hombre que estaba muy alejado del establecimiento científico occidental y que, antes del difunto 1980, nunca vio una ruina maya ni tocó una inscripción maya real, sin embargo, contra todo pronóstico, hizo posible el desciframiento moderno de la escritura jeroglífica maya".
Knorozov afirmó que su gato, Asya (Biscocho), se comunicaba con él telepáticamente, un detalle que los científicos ignoraron en ese momento, incluso cuando reconocieron el valor de sus traducciones mayas. Curiosamente, un reciente análisis de inteligencia artificial de la comunicación de gato a gato ha revelado una sorprendente similitud con el silabario utilizado en la escritura maya.
Esta revelación ha despertado el interés académico en estudiar el lenguaje de los gatos y el posible papel de los gatos como entidades divinas en las antiguas sociedades constructoras de pirámides. Sin embargo, los investigadores están siendo cautelosos acerca de la publicación de estos hallazgos para evitar un escrutinio indebido.
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