Entre los días 6,7 y 8 de diciembre del año 1585, tuvo lugar en la historia, el conocido como el "Het Wonder van Empel" como lo lo llamaron los católicos de Flandes, traducido como "El Milagro de Empel". Está guerra se dio bajo el marco de la Guerra de los Ochenta Años, y enfrentó al tercio viejo de Zamora del maestre Francisco Arias de Bobadilla, frente a una flota de unos 100 o más barcos perteneciente a los rebeldes de los Estados Generales de los Países Bajos, la cual estaba en manos de Filips (Felipe) Van Hohenlohe - Neuenstein.
"La batalla de Empel" una representación del lugar de la batalla |
El lugar en el que se dio esta batalla fue en una isla en medio de dos ríos, el Waal y el Mosa.
Aquí se hallaban los soldados del tercio del maestre Bobadilla, los cuales se contaban por 5.000 aproximadamente, y los cuale se encontraban sitiados y resistiendo las acometidas de los rebeldes. Las condiciones de estos eran cada vez peores, y el desgaste era grande y las provisiones cada vez menores.
Durante el asedio, se cuenta que el almirante Honhenlohe propuso una rendición en condiciones honrosas para el tercio, pero estos no la aceptarían ya que era bien sabida del espíritu de estos, de aguantar hasta la muerte.
La lucha continuaría y el tercio tuvo que refugiarse y amontonarse en el monte Empel, ya que los rebeldes habían conseguido inundar los campamentos de los soldados de Bobadilla, gracias a que consiguieron realizar diques en los canales.
Una vez en el monte, los hombres del tercio comenzaron a cavar trincheras. En una de estas, un soldado encontró una tabla de madera la cual contenía la imagen pintada de la Virgen de la Inmaculada.
La imagen fue colocada en una especie de altar construido de manera improvisada al momento, y los soldados apremiados por Bobadilla, se encomendaron a ella, viendo este encuentro como una especie de milagro, dándoles fuerzas para aguantar la lucha un poco más.
En la noche del 7 al 8 de diciembre, un viento gélido congeló las aguas del río, algo que las tropas del tercio aprovecharon y con sumo cuidado, marcharon por el hielo hasta las posiciones de los barcos rebeldes. Una vez allí, atacaron en el amanecer, obteniendo una victoria increíble hasta esos momentos...
gracias al factor sorpresa y la motivación que aquellos soldados poseían vistos los acontecimientos.
Los barcos fueron capturados y quemados muchos. Los hombres más de lo mismo.
Es por eso que en nombre de este día, la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los tercios, aunque sería años después cuando el rey Felipe IV nombraría tal día como festivo, en todos los territorios del Imperio. También años más tarde, sería nombrada la Inmaculada como patrona del Ejército de Tierra de España e incluso dogma de fe Católica.
Esta batalla dejó una de las frases que pasarían a la posteridad, la cual fue dicha por Hohenlohe, el cual viéndose derrotado dijo así:
"Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro"
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