Ciertos escritores médicos antiguos creían que durante la cirugía debería quedar cierta cantidad de pus en las heridas, ya que creían que esto podría ayudar a su curación. Sin embargo, un cirujano del siglo XIII, Teodorico Borgognoni ideó un método antiséptico.
Consistía en limpiar las heridas con unas gasas sumergidas en vino como desinfectante para luego suturarlas y provocando que la curación de éstas fuera más rápida. También él fue el pionero de la anestesia en cirugía. Sus pacientes quedaban inconscientes después de que les colocara bajo la nariz una esponja empapada en opio, mandrágora o cicuta.
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