Uno de los 3 pilotos implicados en el ataque a la fragata HMS Ardent el 21 de Mayo de 1982, describe su experiencia:
Al comenzar el ataque a la fragata y entrar yo como número dos la distancia que me separaba del avión del capitán de corbeta Philippi, no era más de 19 segundos que debía llevar para evitar las esquirlas de sus bombas, sino siete o diez segundos. En ningún momento decidió adoptar la correcta, ya que en el momento del viraje brusco hacia la fragata, se formó una cortina de fuego entre nosotros y el buque. La aproximación era ínfima, los piques y las explosiones los veíamos muy cerca de los aviones, recuerdo que en un momento de la aproximación ví la salida de un misil del buque, en ese momento giré bruscamente hacia la derecha para tratar de evitarlo, luego volví al rumbo para continuar el ataque. Dada la poca diferencia de tiempo que me separaba del líder, la maniobra para buscar los parámetros de tiro fue casi simultánea, vi salir las 4 bombas del CC Philippi y como sus colas se abrían buscando el reguero pre-establecido. Hasta ese momento tenía esperanza que él errara para yo no tener problemas, pero no fue así, la 4ª bomba del reguero dió de lleno en la popa. La explosión que produjo era dantesca y no tuve otra alternativa que, a la vez que le decía al líder, "una en la popa" y que lanzaba mis bombas, pasar dentro de la columna de fuego y llamas, a continuación el Tte. Márquez escucho que me dice "otra en la popa".
Luego del escape paralelo al margen del canal que aproximamos, identifico a mi izquierda y a 1000 metros al líder y a mi derecha, entre 1000 y 1500 metros al Tte. Márquez. No pasaron 15 segundos cuando éste dice "Ahí están los Sea Harrier". En ese momento miré al líder y veo la salida de un misil Sidewinder de 1 Sea Harrier, que despues de una corta trayectoria se introduce en la tobera de escape del CC Philippi. Miro a mi derecha y no veo a Márquez, pero sí a otro Sea Harrier y casi simultáneamente recibo la primera ráfaga de cañones de 30 mm que impactan en el ala derecha, a raiz de esto y dada la proximidad a la que estoy del agua (no más de tres metros), casi impacto con ella, solo atino a controlar el avión e ir en busca del que disparó, para romper su línea de tiro, pero recibo por la izquierda otra ráfaga con las mismas consecuencias. Me preparo para la eyección pues tenía fallo hidraúlico total, sin parte de la potencia eléctrica y sin oxígeno. A 480 nudos paso a control manual a pesar del endurecimiento de los mismos, pues el manual NATOPS indicaba un máximo de 250 nudos. Trato de virar para encararme con uno de los Sea Harrier. El combate duró unos 40 segundos y me dejaron, no sé por qué, quizás combustible o falta de munición. Puse rumbo a Puerto Argentino por la costa tratando de evitar Ganso Verde, volaba rasante a 500 nudos y con controles manuales y mirando la cantidad de combustible, 1100 libras y disminuyendo, debido a la pérdida producida por los impactos de los proyectiles, seis en el ala izquierda y cuatro en la derecha. Mi siguiente preocupación era entonces evitar la colisión con tierra por las condiciones en que volaba y comunicar mi acercamiento a Puerto Argentino para que no disparasen a mi avión.
Luego de insistentes llamadas logré enlazar con un helicóptero del ejército y le pedí que hiciera de puente para alertar al centro de operaciones. Ya en las cercanías de la pista procedí a bajar el tren de aterrizaje, mostrándome el indicador rueda derecha y rueda de nariz, la izquierda insegura. Lo manifesté por radio y le pedí al controlador pasar sobre la torre para que me lo verificara. Una vez realizado me dice: "Mirá el tre izquierdo no está, está solamente el agujero y puedo ver el cielo a través de la cantidad de agujeros que tiene ese avión, andá y eyectá en la bahía".
No tuve otro remedio, mi intención era poder aterrizar el avión y salvarlo y ascendiendo a 2500 pies fuí al punto de eyección que me habían dicho.
Me saqué por completo la máscara de oxígeno que tenía prendida de un solo lado para poder hablar y con la mano derecha eyecté utilizando el mando superior. Es un momento difícil en el que uno no sabe cual va a ser el resultado en el instante siguiente de la eyección, pese a todo se actúa totalmente automatizado.
Luego de una explosión violenta y de sentir la sensación de estar haciendo piruetas en el asiento durante su salida, me encuentro colgando del paracaidas y envuelto en un silencio casi absoluto. El avión no me quiere abandonar, ya que en un suave giro y espiral descendente me enfrenta para llevarme por delante como reprochándome el abandono, pero continúa su espiral, esto ocurre en dos giros consecutivos hasta que dado el peligro que me acecha, la artillería antiaérea abre fuego derribándolo. Al mismo tiempo que ocurre esta situación tragicómica completo el procedimiento de inflar el chaleco, me saco los guantes y ante la proximidad del agua, no desprendo el bote y me preparo para soltarme los atalajes al hacer contacto con el agua.
Una vez dentro de ella flotando incómodo por la molestia del paquete del bote que no fue desprendido, se me posa un helicóptero UH-1H del ejército para iniciar el rescate.Como este aparato no estaba preparado para el salvamento, no disponía de medios para izarme. Tras varias tentativas frustradas, casi media hora, que pude soportar debido a llevar el traje de agua (anti-exposición), al final con los esquíes dentro del agua me agarré a uno con manos y pies, llegando a la costa (a 500 metros) donde me solté y el helicóptero aterrizó para cargarme de forma normal y llevarme al hospital. El cansancio me vencía y la fatiga física y mental era desmedida y los ojos se me cerraban, el artillero que me llevaba entre sus brazos no lo permitía propinándome fuertes palmadas en la cara. Enseguida llegamos al hospital y recibí el tratamiento a mi situación, incluyendo enyesar el brazo derecho...
A finales de mayo, el Tte. de navío José César Arca fue evacuado al continente, junto con otros pilotos derribados, en un C-130 de la Fuerza Aérea.-
Al comenzar el ataque a la fragata y entrar yo como número dos la distancia que me separaba del avión del capitán de corbeta Philippi, no era más de 19 segundos que debía llevar para evitar las esquirlas de sus bombas, sino siete o diez segundos. En ningún momento decidió adoptar la correcta, ya que en el momento del viraje brusco hacia la fragata, se formó una cortina de fuego entre nosotros y el buque. La aproximación era ínfima, los piques y las explosiones los veíamos muy cerca de los aviones, recuerdo que en un momento de la aproximación ví la salida de un misil del buque, en ese momento giré bruscamente hacia la derecha para tratar de evitarlo, luego volví al rumbo para continuar el ataque. Dada la poca diferencia de tiempo que me separaba del líder, la maniobra para buscar los parámetros de tiro fue casi simultánea, vi salir las 4 bombas del CC Philippi y como sus colas se abrían buscando el reguero pre-establecido. Hasta ese momento tenía esperanza que él errara para yo no tener problemas, pero no fue así, la 4ª bomba del reguero dió de lleno en la popa. La explosión que produjo era dantesca y no tuve otra alternativa que, a la vez que le decía al líder, "una en la popa" y que lanzaba mis bombas, pasar dentro de la columna de fuego y llamas, a continuación el Tte. Márquez escucho que me dice "otra en la popa".
Luego del escape paralelo al margen del canal que aproximamos, identifico a mi izquierda y a 1000 metros al líder y a mi derecha, entre 1000 y 1500 metros al Tte. Márquez. No pasaron 15 segundos cuando éste dice "Ahí están los Sea Harrier". En ese momento miré al líder y veo la salida de un misil Sidewinder de 1 Sea Harrier, que despues de una corta trayectoria se introduce en la tobera de escape del CC Philippi. Miro a mi derecha y no veo a Márquez, pero sí a otro Sea Harrier y casi simultáneamente recibo la primera ráfaga de cañones de 30 mm que impactan en el ala derecha, a raiz de esto y dada la proximidad a la que estoy del agua (no más de tres metros), casi impacto con ella, solo atino a controlar el avión e ir en busca del que disparó, para romper su línea de tiro, pero recibo por la izquierda otra ráfaga con las mismas consecuencias. Me preparo para la eyección pues tenía fallo hidraúlico total, sin parte de la potencia eléctrica y sin oxígeno. A 480 nudos paso a control manual a pesar del endurecimiento de los mismos, pues el manual NATOPS indicaba un máximo de 250 nudos. Trato de virar para encararme con uno de los Sea Harrier. El combate duró unos 40 segundos y me dejaron, no sé por qué, quizás combustible o falta de munición. Puse rumbo a Puerto Argentino por la costa tratando de evitar Ganso Verde, volaba rasante a 500 nudos y con controles manuales y mirando la cantidad de combustible, 1100 libras y disminuyendo, debido a la pérdida producida por los impactos de los proyectiles, seis en el ala izquierda y cuatro en la derecha. Mi siguiente preocupación era entonces evitar la colisión con tierra por las condiciones en que volaba y comunicar mi acercamiento a Puerto Argentino para que no disparasen a mi avión.
Luego de insistentes llamadas logré enlazar con un helicóptero del ejército y le pedí que hiciera de puente para alertar al centro de operaciones. Ya en las cercanías de la pista procedí a bajar el tren de aterrizaje, mostrándome el indicador rueda derecha y rueda de nariz, la izquierda insegura. Lo manifesté por radio y le pedí al controlador pasar sobre la torre para que me lo verificara. Una vez realizado me dice: "Mirá el tre izquierdo no está, está solamente el agujero y puedo ver el cielo a través de la cantidad de agujeros que tiene ese avión, andá y eyectá en la bahía".
No tuve otro remedio, mi intención era poder aterrizar el avión y salvarlo y ascendiendo a 2500 pies fuí al punto de eyección que me habían dicho.
Me saqué por completo la máscara de oxígeno que tenía prendida de un solo lado para poder hablar y con la mano derecha eyecté utilizando el mando superior. Es un momento difícil en el que uno no sabe cual va a ser el resultado en el instante siguiente de la eyección, pese a todo se actúa totalmente automatizado.
Luego de una explosión violenta y de sentir la sensación de estar haciendo piruetas en el asiento durante su salida, me encuentro colgando del paracaidas y envuelto en un silencio casi absoluto. El avión no me quiere abandonar, ya que en un suave giro y espiral descendente me enfrenta para llevarme por delante como reprochándome el abandono, pero continúa su espiral, esto ocurre en dos giros consecutivos hasta que dado el peligro que me acecha, la artillería antiaérea abre fuego derribándolo. Al mismo tiempo que ocurre esta situación tragicómica completo el procedimiento de inflar el chaleco, me saco los guantes y ante la proximidad del agua, no desprendo el bote y me preparo para soltarme los atalajes al hacer contacto con el agua.
Una vez dentro de ella flotando incómodo por la molestia del paquete del bote que no fue desprendido, se me posa un helicóptero UH-1H del ejército para iniciar el rescate.Como este aparato no estaba preparado para el salvamento, no disponía de medios para izarme. Tras varias tentativas frustradas, casi media hora, que pude soportar debido a llevar el traje de agua (anti-exposición), al final con los esquíes dentro del agua me agarré a uno con manos y pies, llegando a la costa (a 500 metros) donde me solté y el helicóptero aterrizó para cargarme de forma normal y llevarme al hospital. El cansancio me vencía y la fatiga física y mental era desmedida y los ojos se me cerraban, el artillero que me llevaba entre sus brazos no lo permitía propinándome fuertes palmadas en la cara. Enseguida llegamos al hospital y recibí el tratamiento a mi situación, incluyendo enyesar el brazo derecho...
A finales de mayo, el Tte. de navío José César Arca fue evacuado al continente, junto con otros pilotos derribados, en un C-130 de la Fuerza Aérea.-
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