29 diciembre 2017

Operación Tamarisk: la guerra del papel higiénico

Guerra Fría. Con la caída de Berlín en 1945 la relación entre la Unión Soviética y los Estados Unidos comenzó a ponerse más y más tensa. La división posterior de Alemania en dos países y la creación de lo que Churchill llamó la “Cortina de Hierro” convirtieron a estos dos antiguos aliados en enemigos y dieron inicio a un periodo de casi-confrontaciones que vino a conocerse como la Guerra Fría.

Como no podían enviar soldados al frente, los estadounidenses y los soviéticos comenzaron guerras de inteligencia, buscando obtener una ventaja tecnológica decisiva, así como un conflicto en países del tercer mundo en el que se buscó la ubicación de gobiernos aliados. Sin embargo, quizás lo más importante de la Guerra Fría en términos de confrontación directa involucró la infiltración de espías y la intención de robar los secretos al bando contrario.

Dentro de estas operaciones de inteligencia seguramente la menos glamorosa fue la Operación Tamarisk, que involucró el robo de los tachos de basura de los baños soviéticos en Alemania Oriental durante la Guerra de Afganistán.

Podrá sonar ridículo, pero hay cierto consenso de que fue la operación de espionaje más exitosa de la Guerra Fría. Veamos:

Alemania
La operación ocurrió en tiempos de la Guerra de Afganistán, pero en territorio de la Alemania dividida. En aquellos años (a partir de 1979) se había hecho un tratado que permitía a los dos bloques (la URSS por un lado, USA, Francia e Inglaterra por el otro) el mover pequeñas divisiones militares y de inteligencia a territorio del otro país. Ambos bloques encontraron en este tratado la oportunidad perfecta para ejecutar pequeñas operaciones de espionaje.

En el caso de Occidente, una de las primeras cosas que llegó a oídos de la Inteligencia fue que a los soldados soviéticos muchas veces no les llegaba suficiente papel higiénico. Así, los espías ubicados en Alemania Oriental recibieron la orden de robar y revisar los tachos de basura de los baños del ejército soviético, a las que podían tener acceso siempre y cuando no fuera durante los entrenamientos.

Operación Tamarisk
Es posible que cuando dieron la orden, los dirigentes occidentales lo hicieran con una sonrisa. Sin embargo, esta se convertiría en una risa estruendosa cuando vieran los impresionantes resultados que su plan había tenido. Resultó que al carecer de papel higiénico los soviéticos se limpiarían con lo que fuese que tuvieran a mano: cartas con sus familiares o superiores, telegramas, incluso documentos clasificados. La abundancia de material fue tal que pronto se tuvieron más espías dedicados a revisar, palmo a palmo, los tachos de basura de los baños soviéticos.

Los espías, claro, no estaban nada contentos. Algunos se referían a ello como “escarbar en la mierda” (shit digging), lo cual es bastante preciso, y aseguraban que estaban en peligro por posibles infecciones y que tenían que lidiar no sólo con heces, sino con restos humanos cuando el tacho de basura salía de la clínica, pero las instrucciones eran claras.

El éxito de la misión y la posibilidad de encontrar algo de valor (que daría bastante impulso a la carrera de un soldado) pronto modificaron esta actitud y llevaron a que muchos hombres incluso se presentaran como voluntarios para revisar la basura. Además de las cartas y mensajes, que indicaban mucho sobre la moral enemiga y la situación en la URSS, se encontró información relativa a la última generación de tanques soviéticos, lo que llevó a que el Reino Unido construyera un misil bautizado el Long-Rod Penetrator.

La Operación Tamarisk fue uno de los éxitos aliados más importantes de la Guerra Fría, y nos demuestra que a veces los mayores logros pueden estar donde menos lo esperas. Como en el tacho del baño de un regimiento.

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