La teoría de los 6 grados de separación afirma que dos personas cualesquiera están interconectadas por un máximo de 5 individuos. Es decir, entre uno mismo y otra persona al azar, serán suficientes 6 conexiones para llegar hasta ella. Por otro lado, quien tenga un perfil en la red profesional Linkedin, ya está familiarizado con la división entre contactos de primer grado, 2º grado, 3º grado… Simbolizan la conexión entre otros profesionales y nosotros mismos: si es directa es de primer grado, si sólo nos separa un conocido en común es de 2º grado, si nos separan 2 es de 3º grado… Y en el mundo de las ciencias también hay una manera de medir la distancia colaborativa entre matemáticos. Pero no entre cualquiera de ellos, sino entre uno cualquiera y Paul Erdös. Se le conoce como número de Erdös y para poseer uno se ha de estar vinculado con el matemático a través de trabajos científicos publicados. ¿Pero quién era y cómo surgió el número de Erdös?
Nació y creció en Hungría en una época en la que los judíos no tenían permitido el acceso a la Universidad, pero él se esforzó tanto por ganar un examen nacional que las autoridades hicieron la vista gorda y se le permitió ingresar en 1930. 8 años después se trasladaría a Estados Unidos donde aceptó un trabajo en la Universidad de Princeton, pero su carácter extravagante le llevó a moverse continuamente, visitando diversos campus y alojándose durante su estancia en casa de sus colegas matemáticos. No tenía ni familia ni lugar fijo de residencia. Viajaba sólo con una maleta y cuando consideraba que debía marcharse, solía pedirle consejo a su anfitrión sobre a quién debería hacer la siguiente visita. Sus amigos y colegas, lejos de rechazarle por esta conducta, cuidaban de él, y se encargaban de alimentarle, vestirle, llevaban sus finanzas y hasta le pagaban los impuestos. Lo que no pudieron controlar fue su salida de los Estados Unidos para asistir a una conferencia en Ámsterdam. Al ser extranjero, debía solicitar un visado para regresar más tarde. No hubiera tenido problemas si no hubiera sido por su habitual correspondencia con un matemático de la China comunista en pleno auge del Macarthismo. Los funcionarios de emigración pusieron su ojo en él que tampoco estuvo muy avispado al responder a sus preguntas. Especialmente cuando le preguntaron por Marx. Él, con toda su lógica, respondió: “Yo no soy competente para juzgar, pero sin duda fue un gran hombre”. Como pueden imaginar no se le concedió el visado para regresar y se quedó vagando entre Europa y el Estado de Israel.
Su verdadera pasión fue la teoría de números y especialmente los números primos. Y fue el autor matemático más prolífico de la historia detrás de Euler, de ahí que los que le conocían idearan, a modo de broma, la escala del número de Erdös: quien hubiera coescrito un artículo con él poseería un número 1; quien lo hubiera escrito con un número 1 tendría un número 2; y así sucesivamente.
Este tipo de escalas se repiten en otros campos, siendo famoso el número de Bacon, que establece la relación dentro del mundo de la interpretación con el actor Kevin Bacon. Y el número de Stringfield, por Leonard H. Stringfield, dentro del mundo de la ufología.
Tomado de: https://masabadell.wordpress.com/2016/03/26/paul-erdos-un-matematico-con-numero/
Nació y creció en Hungría en una época en la que los judíos no tenían permitido el acceso a la Universidad, pero él se esforzó tanto por ganar un examen nacional que las autoridades hicieron la vista gorda y se le permitió ingresar en 1930. 8 años después se trasladaría a Estados Unidos donde aceptó un trabajo en la Universidad de Princeton, pero su carácter extravagante le llevó a moverse continuamente, visitando diversos campus y alojándose durante su estancia en casa de sus colegas matemáticos. No tenía ni familia ni lugar fijo de residencia. Viajaba sólo con una maleta y cuando consideraba que debía marcharse, solía pedirle consejo a su anfitrión sobre a quién debería hacer la siguiente visita. Sus amigos y colegas, lejos de rechazarle por esta conducta, cuidaban de él, y se encargaban de alimentarle, vestirle, llevaban sus finanzas y hasta le pagaban los impuestos. Lo que no pudieron controlar fue su salida de los Estados Unidos para asistir a una conferencia en Ámsterdam. Al ser extranjero, debía solicitar un visado para regresar más tarde. No hubiera tenido problemas si no hubiera sido por su habitual correspondencia con un matemático de la China comunista en pleno auge del Macarthismo. Los funcionarios de emigración pusieron su ojo en él que tampoco estuvo muy avispado al responder a sus preguntas. Especialmente cuando le preguntaron por Marx. Él, con toda su lógica, respondió: “Yo no soy competente para juzgar, pero sin duda fue un gran hombre”. Como pueden imaginar no se le concedió el visado para regresar y se quedó vagando entre Europa y el Estado de Israel.
Su verdadera pasión fue la teoría de números y especialmente los números primos. Y fue el autor matemático más prolífico de la historia detrás de Euler, de ahí que los que le conocían idearan, a modo de broma, la escala del número de Erdös: quien hubiera coescrito un artículo con él poseería un número 1; quien lo hubiera escrito con un número 1 tendría un número 2; y así sucesivamente.
Este tipo de escalas se repiten en otros campos, siendo famoso el número de Bacon, que establece la relación dentro del mundo de la interpretación con el actor Kevin Bacon. Y el número de Stringfield, por Leonard H. Stringfield, dentro del mundo de la ufología.
Tomado de: https://masabadell.wordpress.com/2016/03/26/paul-erdos-un-matematico-con-numero/
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