En 1918, el mundo fue conmocionado por los efectos de una terrible pandemia que ha sido catalogada como la más devastadora de toda la historia humana: la gripe española. A diferencia de otras epidemias, este virus cobró la vida no sólo de niños y ancianos, sino también de jóvenes y adultos fuertes y saludables. Descubre los detalles más horrible crisis de salud jamás vista.
La desgarradora y mortal Gripe Española
La Gran Epidemia de Gripe, como también fue llamada, surgió a principios del año 1918, durante la Primera Guerra Mundial. Aunque este conflicto bélico global no fue la causa del brote del virus, el movimiento de los soldados y civiles trasladándose de país en país tuvo una gran influencia en la propagación de la enfermedad. Por sí sola, la Primera Guerra Mundial fue un derramamiento de sangre brutal en el que murieron 31 millones de personas. Cuando se empezaba a dispersar el conflicto hacia el final de la guerra, surgió la gripe española como un enemigo mortal de la humanidad mucho más desalmado. En tan sólo un año, la gripe española acabó con la vida de entre 20 y 40 millones de personas a nivel mundial, entre los cuales se contaban niños, ancianos, jóvenes y adultos saludables. También los animales cayeron víctimas de este virus, incluyendo perros y gatos.
Alarmas de pandemias que no ocurrieron
En lo que va de siglo al menos en dos ocasiones hemos estado a punto de entrar en una especie de emergencia mundial, causada por dos virus de gripe conocidos popularmente como “gripe aviar” (virus H5N1, en 2004) y “gripe porcina” (A H1N1, en 2009).
En ambos casos la “epidemia mediática” sobrepasó enormemente las cifras de afectados y muertos por estas gripes, que fueron superadas en tasa de morbilidad y mortalidad por las gripes normales o afecciones crónicas como el paludismo.
Y podría considerarse que ni siquiera ocurrieron, si se comparan con la que puede haber sido la mayor pandemia de la historia de la humanidad: la gripe española.
Crónica de una pandemia que sí ocurrió
En 1918 estalló una pandemia de gripe que puso en segundo plano las noticias de la Gran Guerra. Esta epidemia recibió el nombre de “gripe española” porque fueron los diarios españoles, libres de la censura de guerra, los primeros en reportar este desastre. Posteriormente se ha especulado en torno a si esta enfermedad pudo haberse detonado en España o en un cuartel en los Estados Unidos.
Nuevos estudios, del 2014, apuntan a que el virus pudo haber comenzado a desarrollarse diez o quince años atrás en diversos puntos del mundo, y que tal vez las condiciones de movilidad de masas debido a la Primera Guerra Mundial pudieron haber facilitado la rápida difusión del virus, que habría matado a 25 millones de personas en todo el mundo en las primeras 25 semanas, y a un total de entre 50 y 100 millones entre marzo y diciembre de 1918.
Solo en China fallecieron 30 millones de personas combatiendo el virus. Esto era cerca del 35% de la población de este país asiático para la época. En los Estados Unidos, cerca del 28% de la población se contagió y murieron de 500.000 a 675.000 personas. En el Reino Unido murieron 250.000, en España 200.000 (el 1% de la población), en Venezuela 25.000, en Francia 400.000 y en Italia una cifra similar. En la India las víctimas fueron 10 millones. En Alaska, en un poblado inuit de 80 personas, 78 murieron en una semana. En Europa, España fue uno de los países más afectados, con 8 millones de enfermos y de 200.000 a 300.000 muertos, aunque en Francia e Italia la mortandad se ubicó en los 400.000 en cada país.
Reconstruyendo al asesino
El virus responsable de esta masacre, H1N1, que se ensañó especialmente con jóvenes y niños, fue un misterio para la ciencia hasta comienzos del nuevo milenio. Utilizando tejidos congelados de muertos por la gripe española, desde mediados de los años 90 investigadores de Europa y Estados Unidos comenzaron a reconstruir el virus para poder estudiarlo y comprender su capacidad para producir tantas muertes en tan poco tiempo.Parte de este tejido, precisamente, salió de los pulmones de una mujer inuit, víctima de la gripe y cuyo cuerpo permaneció congelado por casi ochenta años.
En 2001 crearon finalmente una primera cepa en ratones, y pudieron comenzar a estudiar su virulencia. La técnica desarrollada para alcanzar este objetivo es conocida como genética reversa, y en ella jugó un papel clave el genetista español Adolfo García-Sastre.La cepa creada es particularmente mortal en ratones y embriones de pollos, y constituye el primer “éxito” en el intento de reconstruir un virus extinto para su comprensión y estudio.
Aunque también deja las puertas abiertas para otros usos y propósitos, no necesariamente tan nobles, y sí muy sospechosos.
Atendiendo a los soldados enfermos de la gripe, en Londres, 1919 |
La Gran Epidemia de Gripe, como también fue llamada, surgió a principios del año 1918, durante la Primera Guerra Mundial. Aunque este conflicto bélico global no fue la causa del brote del virus, el movimiento de los soldados y civiles trasladándose de país en país tuvo una gran influencia en la propagación de la enfermedad. Por sí sola, la Primera Guerra Mundial fue un derramamiento de sangre brutal en el que murieron 31 millones de personas. Cuando se empezaba a dispersar el conflicto hacia el final de la guerra, surgió la gripe española como un enemigo mortal de la humanidad mucho más desalmado. En tan sólo un año, la gripe española acabó con la vida de entre 20 y 40 millones de personas a nivel mundial, entre los cuales se contaban niños, ancianos, jóvenes y adultos saludables. También los animales cayeron víctimas de este virus, incluyendo perros y gatos.
Alarmas de pandemias que no ocurrieron
En lo que va de siglo al menos en dos ocasiones hemos estado a punto de entrar en una especie de emergencia mundial, causada por dos virus de gripe conocidos popularmente como “gripe aviar” (virus H5N1, en 2004) y “gripe porcina” (A H1N1, en 2009).
En ambos casos la “epidemia mediática” sobrepasó enormemente las cifras de afectados y muertos por estas gripes, que fueron superadas en tasa de morbilidad y mortalidad por las gripes normales o afecciones crónicas como el paludismo.
Y podría considerarse que ni siquiera ocurrieron, si se comparan con la que puede haber sido la mayor pandemia de la historia de la humanidad: la gripe española.
Crónica de una pandemia que sí ocurrió
En 1918 estalló una pandemia de gripe que puso en segundo plano las noticias de la Gran Guerra. Esta epidemia recibió el nombre de “gripe española” porque fueron los diarios españoles, libres de la censura de guerra, los primeros en reportar este desastre. Posteriormente se ha especulado en torno a si esta enfermedad pudo haberse detonado en España o en un cuartel en los Estados Unidos.
Nuevos estudios, del 2014, apuntan a que el virus pudo haber comenzado a desarrollarse diez o quince años atrás en diversos puntos del mundo, y que tal vez las condiciones de movilidad de masas debido a la Primera Guerra Mundial pudieron haber facilitado la rápida difusión del virus, que habría matado a 25 millones de personas en todo el mundo en las primeras 25 semanas, y a un total de entre 50 y 100 millones entre marzo y diciembre de 1918.
Solo en China fallecieron 30 millones de personas combatiendo el virus. Esto era cerca del 35% de la población de este país asiático para la época. En los Estados Unidos, cerca del 28% de la población se contagió y murieron de 500.000 a 675.000 personas. En el Reino Unido murieron 250.000, en España 200.000 (el 1% de la población), en Venezuela 25.000, en Francia 400.000 y en Italia una cifra similar. En la India las víctimas fueron 10 millones. En Alaska, en un poblado inuit de 80 personas, 78 murieron en una semana. En Europa, España fue uno de los países más afectados, con 8 millones de enfermos y de 200.000 a 300.000 muertos, aunque en Francia e Italia la mortandad se ubicó en los 400.000 en cada país.
Reconstruyendo al asesino
El virus responsable de esta masacre, H1N1, que se ensañó especialmente con jóvenes y niños, fue un misterio para la ciencia hasta comienzos del nuevo milenio. Utilizando tejidos congelados de muertos por la gripe española, desde mediados de los años 90 investigadores de Europa y Estados Unidos comenzaron a reconstruir el virus para poder estudiarlo y comprender su capacidad para producir tantas muertes en tan poco tiempo.Parte de este tejido, precisamente, salió de los pulmones de una mujer inuit, víctima de la gripe y cuyo cuerpo permaneció congelado por casi ochenta años.
En 2001 crearon finalmente una primera cepa en ratones, y pudieron comenzar a estudiar su virulencia. La técnica desarrollada para alcanzar este objetivo es conocida como genética reversa, y en ella jugó un papel clave el genetista español Adolfo García-Sastre.La cepa creada es particularmente mortal en ratones y embriones de pollos, y constituye el primer “éxito” en el intento de reconstruir un virus extinto para su comprensión y estudio.
Aunque también deja las puertas abiertas para otros usos y propósitos, no necesariamente tan nobles, y sí muy sospechosos.
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