Un estudio llevado a cabo en Suecia demuestra lo que hemos comentado ya en un buen número de ocasiones: que ante un entorno legislativo progresivamente endurecido por la presión de la industria de los contenidos que intenta fiscalizar lo que hacemos o dejamos de hacer en la red, el resultado es tan inequívoco como un incremento del 40% en el número de usuarios que utilizan redes privadas virtuales (VPN) para su navegación.
Recuerdo perfectamente cómo, en una de esas discusiones bizantinas con cierto lobbista de la propiedad intelectual hoy imputado por la justicia, éste me decía, completamente convencido, que “vaya que sí se podían poner puertas al campo, que había alambradas, vallas, candados y vigilantes para evitar que los bits fluyesen por donde querían”… hay que ser muy, muy ignorante para sostener algo así. Pero así es el caso de muchos de estos personajes: gente que cree que por repetir muchas veces una mentira, se va a convertir en verdad por algún tipo de mágico hechizo. ¿Tan difícil es entender que lo de las “puertas al campo” no es más que una metáfora, y que en “los campos digitales” podemos volvernos completamente invisibles a nuestra voluntad? Mientras tú me buscas, yo sigo bajándome todo aquello que quiera bajarme, entrando en todas aquellas herramientas que tengan absurdas restricciones geográficas, y accediendo a todo aquello que quiera aceder.
La correlación es directa: a más intentos de poner puertas al campo, mayor uso de herramientas de anonimización y cifrado de conexiones. Mientras ellos siguen intentando patéticamente frenar aquello que no puede ser frenado, un porcentaje cada vez mayor de usuarios nos dedicamos a contratar herramientas que cifran nuestras conexiones, que simulan conectarse desde el lugar del mundo que nos interesa escoger en cada momento anulando completamente sus pretensiones de establecer unas ventanas geográficas de explotación que resultan poco menos que medievales, o que nos permiten circular por la red completamente encapuchados… Es triste, muy triste, que una herramienta como la red se convierta en un lugar en el que los usuarios normales tengamos que andar ocultando nuestra identidad y pautas de navegación, pero es lo que hay. Todavía más triste aún es que un número cada vez mayor de usuarios escojan pagar por herramientas de este tipo mientras una industria estúpida se empeña en obsesionarse y mentirse a sí misma con ideas tan absurdas como “el todo gratis”: IPredator cuesta cinco euros al mes, yo pago una cantidad similar ($70/año) por la PersonalVPN Pro de WiTopia, y se recomienda utilizar servicios de pago, porque mantener un servicio de VPN con un ancho de banda razonable y nodos en múltiples lugares del mundo es algo que cuesta dinero mantener, de ahí que las opciones gratuitas no suelan ser demasiados recomendables. Pero vete pensando en hacerte con una, todo indica que, mientras industria y políticos sigan insistiendo en darse cabezazos contra la pared, la vas a necesitar. Aquí tienes algunas opciones.
¿Tema para la reflexión? El que se desprende del lema de la VPN que utilizo, que dice “in a perfect world you wouldn’t need it”, “en un mundo perfecto no la necesitarías”… La herramienta que a día de hoy utilizo para acceder a la red desde un país como España es la misma que empecé a utilizar hace ya unos cuantos años para poder garantizar mi libertad para acceder a cualquier sitio y contenido desde un país como China. Qué cosa TAN triste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario