19 agosto 2014

Nikola Tesla

Aunque no solemos hablar de personas porque la gente suele ser menos interesante que la propia realidad, existió un individuo que destacó por su dominio de la misma. En esta entrada tratamos a una de las mentes más brillantes que ha dado la historia, alguien que estaba tan versado en su trabajo que dormía dos horas diarias, hablaba ocho idiomas, podía memorizar libros enteros y renegó de cualquier relación sentimental con tal de tener el máximo tiempo posible que dedicar a sus inventos. Hablamos de Nikola Tesla.
Conocido también por ser una de las pocas personas conocidas a las que les sentaba bien el bigote.
Además, sin Tesla tal vez no existirían los ordenadores o, peor aún, el Wi-Fi, así que se lo debemos.
Nikola Tesla nació en 1856 de padres serbios, en el lugar que hoy en día ocupa Croacia. Su padre era un cura ortodoxo católico y su madre, de quién decía haber heredado sus capacidades mentales, tenía una gran habilidad para construir artilugios caseros y memorizar poemas larguísimos al momento, pese al hecho de no haber recibido ninguna educación.
Tesla terminó sus estudios básicos con un año de antelación (no es que fuera uno de esos niños de 9 años que dan conferencias en universidades, pero tiene mérito de todas maneras) y a los 18 años escapó a las montañas para no ser reclutado por el ejército Austro-Húngaro. Pasó un año explorando las montañas y leyendo en una cabaña de cazadores. Al año siguiente se matriculó en la Politécnica Austríaca y empezó a sacar las notas más altas que la universidad había visto. El rector de la universidad estaba preocupado porque Tesla temía que muriera de extenuación en sus jornadas de trabajo de 20 horas (de 3 de la madrugada a 11 de la noche cada día). La apariencia del joven genio probablemente reforzaba esta impresión: medía 1.88 metros de altura, pero tan sólo pesaba 64 kg. En una carta a su padre, le hacía saber que si no sacaba a su hijo de la universidad, el trabajo lo iba a matar.
El estrés no parecía afectarle mucho. (Fuente)
Después de la muerte de su padre y un par de discusiones con un profesor por intentar corregir una de sus patentes, Tesla perdió su beca y se volvió adicto al juego. Se quedó sin dinero apostando, aunque lo terminó recuperando a base de apostar más (mala moraleja, no sigáis su ejemplo) y perder horas de clase, lo que le valió muchos suspensos y su expulsión de la universidad. Tras este suceso, trabajó de delineante y telegrafista y sufrió una crisis nerviosa, que tampoco era nada extraño considerando que tenía un transtorno obsesivo-compulsivo que le obligaba a limpiar sus cubiertos con 18 servilletas antes de comer y leer todos los libros de un autor cuando había leído uno de ellos (menos mal que aún no había nacido Stephen King). Además, tenía otras manías curiosas como un odio profundo hacia los objetos esféricos, una obsesión enfermiza con el número 3 y un sentimiento de afecto muy profundo hacia las palomas.
Pero, bueno, lo importante es que, en 1882, fue contratado por la Continental Edison Company, en Francia, diseñando y mejorando el equipamiento eléctrico. Sí, era la empresa del mismísimo Thomas Edison, el padre del juego sucio y el mal perder y no de la electricidad, como se cree en general.
En 1884 la empresa le destinó a Nueva York, y ahí es donde empezó lo emocionante.
Sabiendo de su trabajo, Thomas Edison contrató personalmente a Tesla para que le ayudara en Edison Machine Works, una de las secciones de su empresa. Tesla empezó haciendo trabajos ingenieriles básicos y terminó resolviendo algunos de los problemas más difíciles de la compañía. Edison le ofreció 50.000$ si conseguía mejorar sus cochambrosos motores de corriente continua(recordamos que, presuntamente, en aquella época podía irse al cine por 5 céntimos). Pese a ser una tarea complicada, Tesla consiguió rediseñar los motores. Cuando fue a pedirle el dinero a Edison, éste rió y le dijo “Tesla, no entiendes nuestro humor americano. Esto no sentó muy bien a Tesla.
Para comprobar si algo es humor americano, intenta a imaginar a Jim Carrey haciendo la broma. Si el resultado no queda bien o da rabia, no lo es.
Pese a que Edison le ofreció un aumento de sueldo, Tesla dimitió y montó su propia empresa en 1886, la Tesla Electric and Light Manufacturing, con la que estaba dispuesto a desarrollar la corriente alterna, un sistema mejor para producir y transmitir la electricidad. Tristemente, no encontró inversores dispuestos a respaldar su idea y su empresa quebró el mismo año.
Sin un duro, Tesla se vio obligado a trabajar cavando zanjas durante un año hasta que consiguió el apoyo económico de un abogado y del director de la Western Union, quienes le respaldaron para empezar una nueva empresa llamada Tesla Electric Company.Sus nuevos socios le proveyeron de un laboratorio y todo el equipamiento que necesitaba para fabricar sus inventos y, además, firmaron un contrato que le daba la mitad de los beneficios que granjearan sus patentes. En 1888, había desarrollado el motor de corriente alterna, lo que le reportó un puesto de consejero en una empresa llamada Westinghouse pagado a 2.000$ mensuales y compensaciones económicas por el uso de sus patentes.
El éxito de Tesla cabreó bastante a Edison, al ver que su propio invento, la corriente continua, corría peligro de ser desbancada. Se trata de un sistema muy ineficiente que, aunque  hoy en día tiene ventajas para aplicaciones de corto alcance (como dispositivos electrónicos o electrodomésticos), no es capaz de transmitir energía a lo largo largas distancias y requeriría la presencia de una planta eléctrica en prácticamente cada kilómetro cuadrado de una ciudad para iluminarla. En una época en la que las ciudades empezaban a iluminarse con luz artificial, esto era bastante importante. Como dato extra, Edison era conocido por ser el primero en coger las ideas de sus empleados y correr a la oficina de patentes para registrarlas como suyas. El sistema de transmisión de electricidad de Tesla, la corriente alterna, le daba mil vueltas al de su rival: podía llevar grandes cantidades de electricidad a dónde fuera, usando cables más finos y perdiendo muy poca energía por el camino pero, en vez de hacerse educadamente a un lado, admitir que sus patentes no servían para el propósito y aliarse con Tesla para hacer del mundo un lugar mejor, Edison decidió que no iba a darse por vencido como la alimaña el duro contendiente que era.
Thomas Edison, maquinando planes tan sucios contra Tesla que necesitaba tener a mano rollos de papel higiénico (es broma, en realidad parecen algún tipo de acumulador o componente eléctrico antiguo).
Perros y gatos empezaron a desaparecer de la ciudad para hacer luego su aparición en espectáculos montados por los subordinados de Edison en los que los animales eran electrocutados utilizando la corriente alterna de Tesla para intentar demostrar que se trataba de un invento peligroso que nadie debería utilizar. Hicieron lo mismo con caballos y ovejas e, incluso, después de que la guerra de las corrientes hubiera terminado, grabaron un cortometraje electrocutando a un elefante de circo que había matado a tres hombres.
Por si esto fuera poco, Thomas Edison movió hilos para que este sistema se utilizara para ejecutar a seres humanos, inventando así la silla eléctrica, que funcionaba con corriente alterna, por supuesto. Muy noble por tu parte, Tommy.
Mientras su rival hacía lo posible por desprestigiarle, Tesla hacía algo constructivo como demostrar que podía transmitirse energía e información sin cables y el mismo año patentó la bobina de Tesla, capaz de producir arcos voltaicos de una potencia sin precedentes.
Recreación moderna de una bobina de Tesla. (Fuente)
Por aquella época también estuvo experimentando con los rayos-X al darse cuenta de que algunos de sus aparatos producían manchas en las fotografías cuando intentaba registrar su funcionamiento. Lamentablemente, su laboratorio sufrió un incendio en 1894 y perdió una gran cantidad de planos e información sobre el tema con un valor estimado de unos 50.000$.
Radiografía de la mano de Tesla hecha por él mismo. (Fuente)
En 1895 Tesla implantó la primera planta hidroeléctrica en las cataratas del Niagra, demostrando que podía extraerse energía de las fuerzas naturales a gran escala de manera práctica, limpia y eficiente. Además, funcionaba con corriente alterna, lo que probablemente contrarrestó la mala publicidad que había hecho Edison, si es que realmente alguien había creído sus niñerías.
En 1899, Tesla cambió de laboratorio y fue a Colorado Springs, donde tenía espacio de sobra para experimentar con cosas más grandes.
¿Sabes esos aparatos junto a los que suelen representarse los científicos locos? Tesla los inventó. (Fuente)>/span>
Aquí estuvo probando experimentos más serios sobre la conducción eléctrica del suelo y la atmósfera. Empezó a producir rayos artificiales tan potentes que su marca magnética quedaba registrada a 24 kiliómetros de distancia y algunos testigos que caminaban por la calle observaban chispas entre sus zapatos y el suelo al caminar cuando el laboratorio entraba en funcionamiento. Durante estos experimentos, cualquier bombilla que estuviera a u nos 30 metros del laboratorio brillaba con intensidad aunque no estuviera conectada a ningún cable. Los caballos recibieron descargas eléctricas a través de sus herraduras y, al parecer, las alas de algunas mariposas prendieron fuego.
Tesla sosteniendo una bombilla iluminada a través de un aporte energético inalámbrico. (Fuente)
Incluso unas dinamos (generadores mecánicos de corriente, como los que llevan las bicicletas para encender las luces frontales usando el pedaleo como fuente de energía) situadas a 6 millas del laboratorio se quemaron con la energía que les llegó.En 1900 tuvo que cerrar su laboratorio en Colorado Springs y se mudó a Wandercliffe, donde consiguió 150.000$ (3 millones de dólares al cambio actual) con el objetivo de construir la torre Wandercliffe: una instalación que sería capaz de transmitir energía eléctrica a través del aire hasta el otro lado del atlántico.
La torre en cuestión. (Fuente)
Lamentablemente, aquel año estalló el Pánico de 1901, la primera caída de la bolsa que resultó en la ruina de miles de pequeños inversores de la Northern Pacific Railway. Entre ellos estaba Tesla, quién se quedó sin dinero y, tras pedirle más fondos a su inversor J.P. Morgan y señalando que, en parte, la caída del mercado de valores había sido por su culpa, se ganó la antipatía de éste y no quiso subvencionarle más.Hasta 1917 estuvo en Wandercliffe desarrollando tecnologías avanzadas a su tiempo como el radar,  patentes que más adelante servirían para desarrollar los transistores (que permiten que Ciencia de Sofá sea una página web y no un folleto informativo), el velocímetro, fuentes de energía limpia, todo tipo de circuitos electrónicos y aparatos para producir corrientes muy potentes… Ah, y un artilugio que pasó a llamarse la “máquina de terremotos de Tesla“.
Este tipo de motes dan pie a que los amantes de las conspiraciones desarrollen extrañas teorías sobre Tesla y las apliquen al mundo actual, pero la máquina de terremotos de Tesla” es sólo un mote. Lo que ocurrió en realidad es que el movimiento de los impactos cíclicos de este aparato, un generador de corriente alterna propulsado por vapor, entró en resonancia con el edificio donde se estaba demostrando su funcionamiento, haciendo que éste vibrara. No podía provocar verdaderos terremotos.
Aunque de un tipo que sale así en las fotos podrías esperar cualquier cosa. Crédito: Dickenson V. Alley/Burndy Library.
Y, bueno, la Primera Guerra Mundial había estallado en 1914, así que Tesla había perdido toda la financiación que recibía de sus inversores europeos. Finalmente, en 1918, la torre Wandercliffe fue demolida para poner el terreno en venta y Tesla empezó a vivir en el hotel Waldorf-Astoria, con los gastos pagados por Westinghouse, para quienes aún trabajaba.
A partir de entonces empezó a desarrollar proyectos más estrambóticos, como un arma al que llamó el “rayo de la paz” o el “rayo de la muerte“, irónicamente. Se trataba de una especie de cañón de partículas que, según él, podría derribar una flota de 10.000 aviones desde una distancia de 320 kilómetros. Pese a que intentó convencer a varios gobiernos de desarrollar esta arma que, según él, terminaría con todas las guerras, nadie pareció aceptarlo. De todos modos, Tesla alegó que su propiedad había sido allanada varias veces y alguien había estado husmeando en sus planos (probablemente gente del gobierno) pero no habían encontrado nada porque “las instrucciones de cómo fabricar este arma están sólo en mi cabeza“.
Tesla patentó su último invento en 1928, un avión que era capaz de despegar verticalmente y no necesitaba de pistas de despegue o aterrizaje. Decía que podría pesar alrededor de 800 libras y costar 1.000$. O sea, que él estaba pensando en esto cuando lo más avanzado que existía en aquella época era esto otro.

Durante sus 15 últimos años de vida su trabajo se convirtió en algo más filosófico y extendió teorías que ya había desarrollado, pero no aportó nada nuevo respecto a lo que ya había hecho.
Nikola Tesla murió el 7 de enero de 1943 a los 86 años de edad sin esposa ni hijos, algo de lo que terminó arrepintiéndose a medida que envejeció. Antes de morir, su afición por las palomas se había vuelto más intensa y solía pasear por el parque para darles de comer. Si encontraba alguna herida, la llevaba al hotel para cuidar de ella y llegó a gastar 2.000$ fabricando una estructura para curar a una paloma por la que sentía especial cariño y que tenía una pata y un ala rotas, de manera que pudiera descansar sin que sus huesos sufrieran. Según dejó escrito:
“He estado alimentando palomas, miles de ellas durante años. Pero había una, un pájaro hermoso, de color blanco puro y las puntas de las alas grises; esta era diferente. Era una hembra. Si la llamaba, venía volando hasta mí. Amaba a esa paloma igual que un hombre puede amar a una mujer. Mientras la tuviera a ella, había un propósito en mi vida”
El hombre que moldeó el mundo tal como lo conocemos ahora murió sólo en la habitación de un hotel, sin dinero y perdido en un delirante romance con  una paloma.
Aunque ya existen premios con su nombre, estatuas en su honor e incluso un “día de Tesla”, desde Ciencia de Sofá queríamos dedicarle una entrada porque, pese haber influido tanto en la historia, creemos que aún no tiene el reconocimiento que se merece (y a Edison le sobra).

Tomado de: http://cienciadesofa.com/2013/10/nikola-tesla.html

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