Como explican desde la empresa especialista en viajes TravelZoo, "la industria aeronáutica y el sector aéreo juegan un papel principal en la agencia de los medios", por lo que se han adelantado y han lanzado el informe "Mitos y leyendas del sector aeronáutico". En él se explica si son reales o no algunas de las leyendas más famosas en la población, como que el alcohol afecta más cuando volamos o si realmente los dispositivos electrónicos afectan a los sistemas de navegación.
Hay quien dice que la puerta de los aviones comerciales pueden llegar a abrirse en pleno vuelo o incluso que los dispositivos electrónicos interfieren en los sistemas de navegación del avión, sin embargo, son falsos mitos que rodean al sector aeronáutico. Destapamos algunos de ellos.
La apertura de puertas en pleno vuelo es imposible por pura física. La altura a la que vuelan los aviones unidos a la velocidad a la que se desplazan hacen que la presión en el exterior sea menor que en el interior. Es como si el aire del interior estuviera continuamente empujando hacia fuera. Las puertas están diseñadas para abrirse hacia dentro, no hacia fuera de modo que es imposible que se abran por muy fuerte que tire una persona. Como apuntan desde Travelzoo, “de hecho, cuanto más alto vuela el avión, más selladas quedan sus puertas”.
Aunque está socialmente aceptada, no existe ninguna evidencia clara que relacione el uso de los dispositivos electrónicos con las interferencias”. Según explican, los aviones están específicamente aislados contra señales de radio ajenas, operando los sistemas de navegación a otra frecuencia de la de los teléfonos móviles. Sin embargo, en tierra sí que pueden existir problemas de comunicación. Desde Travelzoo señalan que “si alguien realizara una llamada de teléfono desde el avión, la señal rebotaría entre las diferentes torres de señal a la vez, lo que podría bloquear otras llamadas”.
La cantidad de alcohol en sangre es la que realmente determina los niveles de intoxicación etílica de una persona. La presión de la cabina durante el vuelo es aproximadamente la misma que a unos 2.500 metros de altura, lo que supone un ligero descenso de la cantidad de oxígeno que puede llegar a nuestro torrente sanguineo. A este respecto, desde Travelzoo explican que “sí es cierto que, al llegar menos oxígeno al cerebro a causa de la altitud y la presión, se puede incrementar la sensación de embriaguez, pero eso es todo”.
Tomado de: http://www.muyinteresante.es
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