Se asociaron una gaviota, un murciélago y un espino para dedicarse juntos al comercio.
El murciélago buscó dinero, el espino unas telas, y la gaviota, una cantidad de cobre. Hecho lo cual aparejaron un barco.
Pero surgió una tremenda borrasca hundiéndose la barca y perdiéndose la carga; sólo salvaron sus vidas.
Por eso desde entonces la gaviota revolotea siempre al acecho en las orillas para ver si el mar arroja en alguna playa su cobre; el murciélago, huyendo de sus acreedores, sólo sale de noche para alimentarse; y el espino, en fin, apresa la ropa de los viajeros tratando de reconocer sus telas.
Siempre volvemos a lo que es de nuestro verdadero interés.
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