Escándalo: 'haiga' sí se puede decir y escribir...
Existe una cruzada mundial contra el uso de la expresión “haiga”, al cual califican de pecado mortal o crimen contra la humanidad. Algunos dicen simplemente que “no existe” porque no está en el diccionario de la Real Academia. Otros, para colmo de males, dicen que “haiga” es un error ortográfico.
“Haiga” no es un error ortográfico, sino una manera alternativa de conjugar el verbo “haber” en presente de subjuntivo en lugar de “haya”, como por ejemplo: “No me gusta que haiga tanta gente” o “Es posible que él no haiga venido”.
El campo de la ortografía es únicamente el de lo escrito, no lo hablado. Si alguien escribe “kiero aserte felis”, en español latinoamericano, sí está cometiendo varios errores de ortografía, pues la frase suena exactamente como el correcto “quiero hacerte feliz”. El error está en la escogencia de las letras o “grafías”.
No hay manera en que la palabra “haiga” pueda sonar igual que “haya”, porque “y” e “ig” representan sonidos diferentes. “Haiga” y “haya” son formas orales distintas. Corregir algo que se dice oralmente no es propio de la ortografía, sino de la gramática prescriptiva o preceptiva, que busca promover una manera uniforme de usar el idioma en contextos formales o cultos. A este uso uniforme del idioma se le conoce como “estándar”.
Algunas personas que condenan el uso de “haiga” se basan en que el diccionario académico define “haiga” como un automóvil y que esto nada tiene que ver con “haber”. Es decir, se basan en un uso equivocado del diccionario. El diccionario de la Academia no trae como entradas principales verbos conjugados, así que no espere encontrar “haiga” ni “haya” en el diccionario.
Estudios lingüísticos muestran que “haiga” se usa en todo el mundo hispanohablante, sobre todo en sectores rurales. Sin embargo, lo más sorprendente es la investigación que hicieron Mary Johnson y Sonia Barnes en Ciudad de México. Encontraron una frecuencia de uso del 36,4 % de “haiga” versus “haya”, lo que es bastante más de lo que se esperaba en un sector urbano. Y demuestra que “haiga” sí existe.
Lo que pasa es que ese porcentaje que dice “haiga” forma parte de un sector marginado y despreciado por la sociedad, la gente con menor poder adquisitivo. Ese es todo el problema que tiene: que “haiga” es una conjugación propia de la clase menos favorecida, y de ahí que la élite intelectual condene su uso. Y la historia de “haiga” nos dice que no siempre fue esta su situación.
La forma “haiga” se usó con toda naturalidad entre personas escolarizadas, cultas y educadas hasta el Siglo XVIII. Mi propia investigación en documentos históricos muestra que autoridades administrativas y judiciales de todo el continente americano escribían “haiga” sin problema. En todo caso, hay que reconocer que siempre fue más común en lo escrito la conjugación “haya”.
Si nos vamos al latín hablado, encontramos que incluso “haya” se derivó de una pronunciación informal. “Haya” proviene del subjuntivo “habea”, que pasó a “haea” y de ahí a “haia”, por esa tendencia que todavía existe a convertir la “e” en “i” entre vocales, como ocurre con “pelear” y “peliar”.
Pero esas tres vocales juntas en “haia” resultaban muy raras para el hablante de la edad media temprana, época intermedia entre el latín tardío y el surgimiento del castellano. Así que el hablante medieval empleó dos estrategias para pronunciar “haia”: una fue introducir la consonante “y”, que dio “haya”, y otra, la consonante “g”, que dio “haiga”. Es como cuando se dice “yerba” para “hierba”, o “güevo” para “huevo”.
A pesar de todo, sigue siendo un misterio si esta “g” surgió simplemente de la pronunciación o de un intercambio de conjugaciones con verbos como “traer”, “caer” y “oír”. Nótese que “tra-iga”, “ca-iga” y “o-iga” tienen la misma terminación que “ha-iga”. De hecho, existieron también “traya”, “caya” y “oya” en español, como el moderno “haya”, pero “traya” sobrevivió solo hasta el siglo XVII según mi búsqueda en documentos históricos.
El hecho es que “haiga” fue normal hasta el siglo XVIII, y solo en el siglo XIX fue cuando empezó a considerarse un error, tal vez por la mayor popularidad que ya tenía “haya” entre las élites intelectuales.
“Haiga” ha sobrevivido por continuidad con la tradición colonial en comunidades marginadas de las tendencias culturales de la élite. Las personas lo dicen, no por error, sino porque así aprendieron a hablar de sus padres y abuelos.
“Haiga” es una conjugación no estándar de “haber”. Decir que es un “error ortográfico” o que “no existe” es más equivocado que decir “haiga”.
Fuente: Díaz Collazos, Ana María. 2017. “HAIGA”. Lengua en Colombia.
https://bloglenguaencolombia.blogspot.com.ar/2017/01/haiga.html
Existe una cruzada mundial contra el uso de la expresión “haiga”, al cual califican de pecado mortal o crimen contra la humanidad. Algunos dicen simplemente que “no existe” porque no está en el diccionario de la Real Academia. Otros, para colmo de males, dicen que “haiga” es un error ortográfico.
“Haiga” no es un error ortográfico, sino una manera alternativa de conjugar el verbo “haber” en presente de subjuntivo en lugar de “haya”, como por ejemplo: “No me gusta que haiga tanta gente” o “Es posible que él no haiga venido”.
El campo de la ortografía es únicamente el de lo escrito, no lo hablado. Si alguien escribe “kiero aserte felis”, en español latinoamericano, sí está cometiendo varios errores de ortografía, pues la frase suena exactamente como el correcto “quiero hacerte feliz”. El error está en la escogencia de las letras o “grafías”.
No hay manera en que la palabra “haiga” pueda sonar igual que “haya”, porque “y” e “ig” representan sonidos diferentes. “Haiga” y “haya” son formas orales distintas. Corregir algo que se dice oralmente no es propio de la ortografía, sino de la gramática prescriptiva o preceptiva, que busca promover una manera uniforme de usar el idioma en contextos formales o cultos. A este uso uniforme del idioma se le conoce como “estándar”.
Algunas personas que condenan el uso de “haiga” se basan en que el diccionario académico define “haiga” como un automóvil y que esto nada tiene que ver con “haber”. Es decir, se basan en un uso equivocado del diccionario. El diccionario de la Academia no trae como entradas principales verbos conjugados, así que no espere encontrar “haiga” ni “haya” en el diccionario.
Estudios lingüísticos muestran que “haiga” se usa en todo el mundo hispanohablante, sobre todo en sectores rurales. Sin embargo, lo más sorprendente es la investigación que hicieron Mary Johnson y Sonia Barnes en Ciudad de México. Encontraron una frecuencia de uso del 36,4 % de “haiga” versus “haya”, lo que es bastante más de lo que se esperaba en un sector urbano. Y demuestra que “haiga” sí existe.
Lo que pasa es que ese porcentaje que dice “haiga” forma parte de un sector marginado y despreciado por la sociedad, la gente con menor poder adquisitivo. Ese es todo el problema que tiene: que “haiga” es una conjugación propia de la clase menos favorecida, y de ahí que la élite intelectual condene su uso. Y la historia de “haiga” nos dice que no siempre fue esta su situación.
La forma “haiga” se usó con toda naturalidad entre personas escolarizadas, cultas y educadas hasta el Siglo XVIII. Mi propia investigación en documentos históricos muestra que autoridades administrativas y judiciales de todo el continente americano escribían “haiga” sin problema. En todo caso, hay que reconocer que siempre fue más común en lo escrito la conjugación “haya”.
Si nos vamos al latín hablado, encontramos que incluso “haya” se derivó de una pronunciación informal. “Haya” proviene del subjuntivo “habea”, que pasó a “haea” y de ahí a “haia”, por esa tendencia que todavía existe a convertir la “e” en “i” entre vocales, como ocurre con “pelear” y “peliar”.
Pero esas tres vocales juntas en “haia” resultaban muy raras para el hablante de la edad media temprana, época intermedia entre el latín tardío y el surgimiento del castellano. Así que el hablante medieval empleó dos estrategias para pronunciar “haia”: una fue introducir la consonante “y”, que dio “haya”, y otra, la consonante “g”, que dio “haiga”. Es como cuando se dice “yerba” para “hierba”, o “güevo” para “huevo”.
A pesar de todo, sigue siendo un misterio si esta “g” surgió simplemente de la pronunciación o de un intercambio de conjugaciones con verbos como “traer”, “caer” y “oír”. Nótese que “tra-iga”, “ca-iga” y “o-iga” tienen la misma terminación que “ha-iga”. De hecho, existieron también “traya”, “caya” y “oya” en español, como el moderno “haya”, pero “traya” sobrevivió solo hasta el siglo XVII según mi búsqueda en documentos históricos.
El hecho es que “haiga” fue normal hasta el siglo XVIII, y solo en el siglo XIX fue cuando empezó a considerarse un error, tal vez por la mayor popularidad que ya tenía “haya” entre las élites intelectuales.
“Haiga” ha sobrevivido por continuidad con la tradición colonial en comunidades marginadas de las tendencias culturales de la élite. Las personas lo dicen, no por error, sino porque así aprendieron a hablar de sus padres y abuelos.
“Haiga” es una conjugación no estándar de “haber”. Decir que es un “error ortográfico” o que “no existe” es más equivocado que decir “haiga”.
Fuente: Díaz Collazos, Ana María. 2017. “HAIGA”. Lengua en Colombia.
https://bloglenguaencolombia.blogspot.com.ar/2017/01/haiga.html
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