Un demonio le concedió a un hombre tres encantamientos.
Se lo contó el hombre a su mujer diciéndole:
—Esto me ha dicho el demonio. ¿Qué me aconsejas que pida?
Ella respondió:
—Prueba con un encantamiento y si se cumple sabremos qué hemos de pedir.
—¿Con qué pruebo? —preguntó él. Dijo ella:
—Tu sexo te da mucho placer. Y es uno solo. ¿Cuánto no gozarías si tuvieras muchos?
El hombre pidió que se llenara su cuerpo de penes. Y el deseo se cumplió. Viéndose cubierto de penes de la cabeza a los pies, el hombre dijo a su mujer:
—¿Qué es lo que me has hecho? Replicó ella:
—Pide como segundo encantamiento que retire todos los penes de ti.
El hombre lo pidió y, en efecto, todos los penes se retiraron de él, incluso el original, de modo que se convirtió en eunuco. Dijo el hombre:
—¿Qué es lo que has hecho? ¿No me ha quedado ni siquiera uno!
Ella sugirió:
—He aquí que en tus manos queda aún otro encantamiento. Invócalo y te devolverá el original.
Lo pido y su pene le fue devuelto. Dijo el hombre:
—¿Qué clase de consejo me has dado? ¿Por qué no me has aconsejado pedir riqueza o sabiduría? Respondió ella:
—Si te hubieras hecho rico y sabio, enseguida me habrías dejado y habrías tomado otra mujer mejor que yo.
Se lo contó el hombre a su mujer diciéndole:
—Esto me ha dicho el demonio. ¿Qué me aconsejas que pida?
Ella respondió:
—Prueba con un encantamiento y si se cumple sabremos qué hemos de pedir.
—¿Con qué pruebo? —preguntó él. Dijo ella:
—Tu sexo te da mucho placer. Y es uno solo. ¿Cuánto no gozarías si tuvieras muchos?
El hombre pidió que se llenara su cuerpo de penes. Y el deseo se cumplió. Viéndose cubierto de penes de la cabeza a los pies, el hombre dijo a su mujer:
—¿Qué es lo que me has hecho? Replicó ella:
—Pide como segundo encantamiento que retire todos los penes de ti.
El hombre lo pidió y, en efecto, todos los penes se retiraron de él, incluso el original, de modo que se convirtió en eunuco. Dijo el hombre:
—¿Qué es lo que has hecho? ¿No me ha quedado ni siquiera uno!
Ella sugirió:
—He aquí que en tus manos queda aún otro encantamiento. Invócalo y te devolverá el original.
Lo pido y su pene le fue devuelto. Dijo el hombre:
—¿Qué clase de consejo me has dado? ¿Por qué no me has aconsejado pedir riqueza o sabiduría? Respondió ella:
—Si te hubieras hecho rico y sabio, enseguida me habrías dejado y habrías tomado otra mujer mejor que yo.
Se lo merece por gil. Andar pidiéndole concejo a una mina, es un salame.
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