Procrastinar quiere decir postergar. Dejar para mañana.
Se trata de una postergación muy especial: sabemos qué es lo que tenemos que hacer, pero lo dejamos para otro momento.
Varias razones nos llevan a procrastinar:
Pero, por lo general, la postergación tiene un trasfondo.
Hacer las cosas a último momento nos hace mantener una fantasía: la fantasía de que, si le hubiésemos dedicado tiempo, hubiéramos hecho algo mucho mejor.
“Por haberlo hecho en sólo dos días y haberlo terminado a las apuradas”, nos justificamos, “está bastante bien”.
Es decir, nosotros mismos creamos un entorno de urgencia ficticio.
La urgencia es ficticia porque la decisión de postergar fue nuestra. Y, así suponemos que lo que logramos debería ser valorado especialmente porque fue hecho a último momento.
Esta ficción nos es cómoda. Porque nunca corroboramos si es real.
Es decir, nunca constataremos que habiendo dedicado todo el tiempo que correspondía, la tarea hubiera salido mejor.
Suponemos que sí. Pero no lo sabemos.
Y así, nos quedamos con una especie de “sucedáneo” de la creatividad: el ingenio. Somos ingeniosos para “arreglárnoslas” con el tiempo que tenemos. Pero no intentamos dedicar nuestra creatividad a disponer de más tiempo o, en general, disponer de más recursos.
Un mecanismo similar funciona para aquellas personas que dicen haber imaginado ideas excelentes, brillantes, sobresalientes.
Claro, todavía no han tenido tiempo de llevarlas a cabo, lo cual les permite seguir sosteniendo la excelencia de sus ideas.
Por eso es tan importante la acción en creatividad. Ponernos a trabajar (y dejar de postergar) es las mejores maneras de empezar a ser creativos.
Tomado de: http://eduardokastika.posterous.com/por-que-es-tan-sencillo-postergar
Se trata de una postergación muy especial: sabemos qué es lo que tenemos que hacer, pero lo dejamos para otro momento.
Varias razones nos llevan a procrastinar:
- Falta de interés.
- Cansancio físico.
- Poca actitud hacia el esfuerzo.
- Exceso de ansiedad (que no nos permite ni siquiera arrancar).
- Aburrimiento, hastío.
- Falta de destrezas reales para comenzar con la tarea.
Pero, por lo general, la postergación tiene un trasfondo.
Hacer las cosas a último momento nos hace mantener una fantasía: la fantasía de que, si le hubiésemos dedicado tiempo, hubiéramos hecho algo mucho mejor.
“Por haberlo hecho en sólo dos días y haberlo terminado a las apuradas”, nos justificamos, “está bastante bien”.
Es decir, nosotros mismos creamos un entorno de urgencia ficticio.
La urgencia es ficticia porque la decisión de postergar fue nuestra. Y, así suponemos que lo que logramos debería ser valorado especialmente porque fue hecho a último momento.
Esta ficción nos es cómoda. Porque nunca corroboramos si es real.
Es decir, nunca constataremos que habiendo dedicado todo el tiempo que correspondía, la tarea hubiera salido mejor.
Suponemos que sí. Pero no lo sabemos.
Y así, nos quedamos con una especie de “sucedáneo” de la creatividad: el ingenio. Somos ingeniosos para “arreglárnoslas” con el tiempo que tenemos. Pero no intentamos dedicar nuestra creatividad a disponer de más tiempo o, en general, disponer de más recursos.
Un mecanismo similar funciona para aquellas personas que dicen haber imaginado ideas excelentes, brillantes, sobresalientes.
Claro, todavía no han tenido tiempo de llevarlas a cabo, lo cual les permite seguir sosteniendo la excelencia de sus ideas.
Por eso es tan importante la acción en creatividad. Ponernos a trabajar (y dejar de postergar) es las mejores maneras de empezar a ser creativos.
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