04 febrero 2025

La increíble leyenda del kurupí

Kurupí: duende sátiro presente en el imaginario rural de Santa Fe, a través del legado de la historia.
Para relatar la leyenda del duende kurupí me quiero remitir a una de las grandes herencias culturales que tenemos Santa Fe: el trabajo de los jesuitas. Presentes actualmente en su templo y colegio en el casco histórico de la capital provincial, estos curas guardan un enorme acervo cultural que data de casi 500 años en nuestra región.

Entre los estudios que permanecen disponibles, está el trabajo del jesuita José de Anchieta, notable naturalista. En su investigación alude al Kurupí, un demonio de los guaraníes. Es un hombre pequeño, de cuero escamoso, orejas en punta, que tiene la particularidad de tener los pies hacia atrás: avanza con los talones. Pero su principal rasgo es su miembro viril que da varias vueltas a su cintura y con el cual, desde la distancia, puede embarazar a una mujer.

El kurupí roba criaturas. Mejor, si son del sexo femenino. también mata al cazador desprevenido que no le deja su caza.

Con este duende se instaló el mito fálico de los guaraníes, símbolo de la abundancia, de la multiplicación de la especie. La lujuria es una característica del ser humano, que no entra en celo estacionalmente como los animales, sino que vive permanentemente en actitud de apareamiento. La barrera moral que imponen nuestros valores ha permitido una convivencia de respeto. El hombre y la mujer modernos se guían con reglas morales que acatan, creando una escala de valores muy útil a su vida social.

Kurupí fue un recurso nacido con la llegada del cristianismo, donde se mezclaron las rígidas reglas morales de la nueva religión, con los antiguos saberes míticos. Fue utilizado por las madres en el área guaranítica para evitar hijos de madres solteras, o poner freno a muchachas liberales que, de otro modo, cargarían con numerosa prole sin padre que se haga cargo.

Duende peligroso, pero torpe
Este Kurupí de origen guaraní, pero presente en todo el nordeste y litoral argentino, tiene su equivalencia en el dios griego la fertilidad. Este dios llamado Pan, tenía cuernos, orejas y patas de macho cabrío. por lo tanto, regía la vida de los pastores y cabreros. Su fealdad hacía que las mujeres, especialmente las ninfas le escaparan. Pan, conociendo la debilidad que estas deidades tenían por la música y la danza, construyó una flauta de cañas, con la cual las seducía ejecutando melodías incomparables.

En el mundo guaranítico se dice que Kurupí tiene el falo tan largo, que lo enrolla en la cintura. Con él puede atraer desde la distancia a las mujeres para embarazarlas. Se lo describe como un hombre joven, velludo, de baja estatura, que deambula desnudo en la siesta por los bosques, buscando muchachas que caminen solitarias, para aplacar su lujuria. Las madres campesionas del interior aún suelen asustar a sus hijas para que no se aventuren solas en la selva. Si se encontraran con Kurupí, podrían quedar preñadas, y, si consiguen escapar de la tentación que les hace con señas obscenas desde las ramazones, pierden la razón, teniendo a partir de ese momento ataques de epilepsia.

El duende es torpe para desplazarse, por lo tanto, se afirma que es muy fácil burlarse de él, y que, además, cortándole el falo se vuelve inofensivo. Es fácil burlarlo trepándose a un árbol, pues no puede subir. Tampoco puede nadar, o lo hace con mucha dificultad. En esta versión es antropófago, prefiriendo la carne de los niños y las mujeres.

La idea de esta nota fue describir un antiguo legado de las investigaciones jesuitas. La leyenda de un duende que solo algunos recuerdan en el interior santafesino, pero con el cual conviene no encontrarse.

Por Julio de Martin
Que te diviertas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario