15 mayo 2023

El origen del queso y la tolerancia a la lactosa

Esta es la historia que se escucha a menudo sobre cómo los humanos descubrieron el queso: un caluroso día hace nueve mil años, un mercader árabe, que realizaba un largo viaje por el desierto, puso leche en un recipiente fabricado a partir del estómago de un cordero. Cuando fue a consumirla vio que estaba coagulada y fermentada (debido al cuajo del estómago del cordero y a la alta temperatura del desierto), creando el primer queso. Pero hay un gran problema con esta historia: los nómadas que vivían en el Creciente Fértil del Oriente Medio en el 7000 a. C. eran intolerantes a la lactosa. Un humano adulto de aquella época no habría querido tomar leche; le habría provocado graves problemas gastrointestinales.

Alrededor de mil años antes de que los registros arqueológicos muestren rastros de la elaboración del queso, los seres humanos comenzaron los cultivos. Esos primeros campos de trigo y otros granos atrajeron a las ovejas y cabras salvajes locales.Estas fueron domesticadas para obtener carne y pieles sin la necesidad de salir a cazar animales salvajes, y su leche utilizada para alimentar a los niños. Pero durante los primeros mil años, los niños y los bebés eran los únicos que consumían la leche. Los adultos humanos eran todos intolerantes a la lactosa. Sabemos por la arqueo-genética que la capacidad para tolerar la lactosa en la edad adulta no se desarrolló hasta el 5500 a. C., lo cual es por lo menos mil años después del desarrollo del queso.

El verdadero amanecer de queso llegó hace unos 6.500 años a. C., con dos acontecimientos simultáneos en la historia humana. En primer lugar, para entonces, las prácticas agrícolas sobre-intensivas habían agotado el suelo, lo que conduzco al primer desastre medio-ambiental creado por los humanos. Como resultado, los humanos neolíticos comenzaron a pastorear cabras y ovejas con mayor intensidad, ya que esos animales podría sobrevivir en tierras marginales no aptas para cultivos. Y en segundo lugar, los humanos inventaron la cerámica: los contenedores más prácticos para la recogida de leche.

En ese ambiente cálido de la región del Creciente Fértil,la leche que no se utilizaba inmediatamente y en su lugar se dejaba reposar en esos contenedores recién inventados se habría coagulado muy rápidamente, en cuestión de horas [debido al calor y al ácido láctico natural de la leche]. Y en algún momento, probablemente algún adulto se aventuró a probar algunos de estos materiales sólidos y encontró que podía tolerarlo mucho mejor que la leche recién ordeñada (alrededor del 80 por ciento de la lactosa se pierde con el suero de leche, dejando un delicioso y digerible queso fresco).

Con el descubrimiento del queso, de repente esos primeros humanos podían agregar productos lácteos a su dieta. El queso se convirtió en una nueva fuente de nutrientes y calorías disponibles para los adultos, y, como resultado, la producción lechera despegó de una manera importante. Lo que significa que los niños y recién nacidos estarían expuestos a esta leche rica en lactosa con frecuencia, y en última instancia, y a través de mutaciones al azar creó niños que podían tolerar la lactosa en la edad adulta.

En muy poco tiempo, por lo menos en términos de la evolución humana, quizás sólo unos pocos miles de años, la mutación se extendió por toda la población de la Media Luna Fértil. Cuando esos pastores emigraron a Europa y más allá, llevaron esta mutación genética con ellos

Fuente: gastropod.com

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