Una noche en la zona industrial de la ciudad, se inició un gigantesco incendio dentro de la planta química masificándose de inmediato, explotando en llamas.
Cuando los bomberos aparecieron en escena, el presidente de la compañía química se acercó al jefe de bomberos y le dijo:
Nuestras fórmulas secretas están en la caja fuerte en el centro de la planta. Si ustedes logran salvarlas, le daré $ 350 mil dólares a la unidad de bomberos que las recupere intactas de las llamas.
Las llamas y explosiones seguían en aumento y eso detuvo a los bomberos, pronto hubo que llamar a otras compañías de bomberos cercanas, ya que la situación se volvió desesperada.
Cuando llegaron los refuerzos bomberiles, el dueño de la compañía comunicó que duplicaría a $ 700 mil dólares de recompensa a la estación de bomberos que pudiera rescatar los archivos secretos de la compañía.
Los bomberos ante la voracidad del incendio no podían apagar el mismo.
A la distancia, se escuchaba una sirena solitaria, la cual provenía de otro camión de bomberos, era la brigada de bomberos voluntarios de un pueblo rural cercano, compuesta principalmente por ancianos jubilados de más de 65 años.
Para asombro de todos, ese pequeño camión de bomberos destrozado no se detuvo, pasó rozando todos los modernos y elegantes vehículos de extinción de incendios que estaban estacionados fuera de la planta, y sin siquiera disminuir la velocidad, condujo en acción heroica directamente hacia el centro del infierno.
En el exterior, los otros bomberos observaron cómo los viejos saltaron justo en medio del fuego y lucharon por todos lados. Fue una actuación y un esfuerzo nunca antes visto. En poco tiempo, los veteranos apagaron el fuego y salvaron las fórmulas secretas.
El agradecido dueño de la compañía química anunció que, por una hazaña tan sobrehumana, iba a aumentar la recompensa a 1 millón de dólares y se acercó para felicitar personalmente a cada uno de los valientes bomberos.
El canal de televisión local captó el agradecimiento en directo, y tras ello pudieran preguntar al jefe:
¿Qué van a hacer con todo ese dinero de la recompensa?
Bueno, dijo Jaime, el jefe de bomberos de 70 años, lo primero que vamos a hacer es arreglar los frenos de ese maldito camión de bomberos.
Cuando los bomberos aparecieron en escena, el presidente de la compañía química se acercó al jefe de bomberos y le dijo:
Nuestras fórmulas secretas están en la caja fuerte en el centro de la planta. Si ustedes logran salvarlas, le daré $ 350 mil dólares a la unidad de bomberos que las recupere intactas de las llamas.
Las llamas y explosiones seguían en aumento y eso detuvo a los bomberos, pronto hubo que llamar a otras compañías de bomberos cercanas, ya que la situación se volvió desesperada.
Cuando llegaron los refuerzos bomberiles, el dueño de la compañía comunicó que duplicaría a $ 700 mil dólares de recompensa a la estación de bomberos que pudiera rescatar los archivos secretos de la compañía.
Los bomberos ante la voracidad del incendio no podían apagar el mismo.
A la distancia, se escuchaba una sirena solitaria, la cual provenía de otro camión de bomberos, era la brigada de bomberos voluntarios de un pueblo rural cercano, compuesta principalmente por ancianos jubilados de más de 65 años.
Para asombro de todos, ese pequeño camión de bomberos destrozado no se detuvo, pasó rozando todos los modernos y elegantes vehículos de extinción de incendios que estaban estacionados fuera de la planta, y sin siquiera disminuir la velocidad, condujo en acción heroica directamente hacia el centro del infierno.
En el exterior, los otros bomberos observaron cómo los viejos saltaron justo en medio del fuego y lucharon por todos lados. Fue una actuación y un esfuerzo nunca antes visto. En poco tiempo, los veteranos apagaron el fuego y salvaron las fórmulas secretas.
El agradecido dueño de la compañía química anunció que, por una hazaña tan sobrehumana, iba a aumentar la recompensa a 1 millón de dólares y se acercó para felicitar personalmente a cada uno de los valientes bomberos.
El canal de televisión local captó el agradecimiento en directo, y tras ello pudieran preguntar al jefe:
¿Qué van a hacer con todo ese dinero de la recompensa?
Bueno, dijo Jaime, el jefe de bomberos de 70 años, lo primero que vamos a hacer es arreglar los frenos de ese maldito camión de bomberos.
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