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20 junio 2016
Sistemas planetarios multihabitables y la vida
La Tierra es el único planeta del sistema solar que está dentro de la
zona habitable del Sol, es decir, la región donde un mundo puede
sostener de forma indefinida agua líquida en su superficie. Pero
evidentemente en la Galaxia deben existir otros sistemas con varios
planetas en la zona habitable. ¿Pero qué pasaría si las órbitas de estos
planetas estuviesen muy próximas? A veces no es bueno tener demasiado
cerca a los vecinos, ¿no?
El telescopio espacial Kepler ha descubierto numerosos sistemas
denominados compactos donde los planetas orbitan muy cerca unos de otros
a corta distancia de su estrella. Al mismo tiempo también ha
descubierto sistemas como Kepler-36,
donde dos planetas tienen órbitas muy próximas. Tanto, que Kepler-36b y
Kepler-36c se aproximan cada 97 días a una distancia de 2,4 millones de
kilómetros. Los mundos de Kepler-36 no son habitables, pero presentan
un interesante ejemplo para otros sistemas parecidos más favorables para
la vida, los llamados sistemas multihabitables.
¿Qué influencia pueden tener dos planetas tan próximos entre sí?
Suponiendo que las órbitas son estables y se hallan en resonancia, el
principal problema para la habitabilidad es la inclinación del eje de
rotación (oblicuidad). Como sabemos, la Tierra tiene un eje inclinado
23,5º. Aunque en el pasado esta inclinación ha variado, hay evidencias
de que los cambios no han sido extremos, con toda seguridad gracias a la
influencia estabilizadora de la Luna. Marte no posee una luna masiva y
por eso se cree que la inclinación de su eje puede variar entre 0º y
50º, provocando cambios climáticos extremos potencialmente fatales para
un planeta habitable. Un sistema con varios planetas habitables muy
próximos no podría tener lunas como la Tierra porque no serían estables,
¿pero esta proximidad sería positiva o negativa para la estabilidad del
eje?
Pues tenemos la respuesta. Las simulaciones numéricas llevadas a cabo
por Jason Steffen y Gongjie Li demuestran que la proximidad no tendría
consecuencias graves en la inclinación del eje de ambos planetas
habitables, que permanecería estable. Solo en determinados casos -en
aquellos donde las frecuencias modales de la inclinación coinciden con
la frecuencia de precesión planetaria- las consecuencias serían
negativas. Buenas noticias, sin duda.
No obstante, otra consecuencia más apasionante es el posible
intercambio de microorganismos entre los planetas dada su proximidad.
Por supuesto, hablamos de la panspermia. Si los planetas están lo
suficientemente cerca, la cantidad de material que puede caer en el
planeta de al lado a partir de un impacto puede llegar a ser equivalente
al material que vuelve a caer al planeta de partida.
En definitiva, los sistemas con varios planetas habitables pueden ser
lugares privilegiados para la vida en la Vía Láctea. La posibilidad de
que la vida haya surja en distintos mundos y se haya extendido luego por
todo el sistema es muy sugerente (por ejemplo, imaginemos un sistema
donde cada planeta tenga formas de vida con al menos dos orígenes
diferentes). Por supuesto, también hay pegas. La proximidad de los
planetas puede generar intensas fuerzas de marea capaces de distorsionar
la corteza y provocar erupciones volcánicas masivas. Todo dependerá de
las características de cada sistema en concreto. Referencias:
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