En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) se ha consolidado como la gran herramienta para resolver problemas que antes requerían un alto nivel de abstracción. Comprender obras como la «Crítica de la Razón Pura», de Immanuel Kant, por ejemplo, supone un reto incluso para los pensadores más experimentados.
Sin embargo, la IA puede explicar cada capítulo de manera simple y accesible. Esta facilidad, lejos de ser siempre positiva, podría resultar más perjudicial de lo que muchos imaginan.
Según una publicación de Psychology Today (https://www.psychologytoday.com/us/blog/the-algorithmic-mind/202508/ai-makes-us-worse-thinkers-than-we-realize?utm_source=perplexity), basada en una investigación de Apple, el 68,9% de los estudiantes desarrollan hábitos de pereza cuando dependen de la guía de la IA. Una cifra elevada que pone en riesgo la capacidad de concentración y de análisis en problemas incluso de complejidad media.
Hoy en día, desde asistentes virtuales y chatbots hasta motores de búsqueda y sistemas avanzados en educación o negocios, la IA ofrece respuestas rápidas y eficientes. Esto ha transformado la forma en que accedemos y utilizamos la información, planteando la inquietud de si estamos ante la extinción evolutiva del pensamiento crítico y de la capacidad de abstracción biológica.
Estas habilidades son, probablemente, los tesoros más distintivos del homo sapiens y sin ellas la supervivencia habría sido imposible. Ahora, la IA parece asumir parte de ese papel, demostrando que el procesamiento humano resulta menos eficiente y, en muchos casos, prescindible en los procesos sociales.
¿La IA dará el golpe de gracia al intelectualismo humano?
El aprendizaje de idiomas ilustra bien este dilema. Con los avances de la IA, las barreras lingüísticas podrían desaparecer y cualquier persona podría viajar e interactuar con nativos sin necesidad de aprender su idioma, valiéndose de gafas inteligentes o incluso de chips implantados. ¿Vale la pena seguir aprendiendo lenguas biológicamente? Para muchos, ya no.
Sin embargo, la neurociencia muestra lo contrario: el cerebro de una persona bilingüe activa capacidades cognitivas (https://theconversation.com/keeping-actively-bilingual-makes-our-brains-more-efficient-at-relaying-information-36045) que no se desarrollan en quienes son monolingües. Esto ocurre porque al alternar entre lenguas se ponen en marcha procesos neuronales que potencian habilidades como la memoria y la flexibilidad cognitiva.
Si el aprendizaje de idiomas deja de ser necesario, el cerebro corre el riesgo de atrofiarse en capacidades más limitadas. Y no solo ocurrirá con los idiomas, sino también con otras áreas sociales y cognitivas, lo que preocupa seriamente a los expertos.
Ciertamente, la IA puede ejecutar tareas rutinarias, buscar información en segundos e incluso redactar textos complejos. Pero esa comodidad trae consigo un costo: debilita la capacidad de analizar, reflexionar y cuestionar. Como apunta un estudio citado por Forbes, el uso excesivo de la IA es inversamente proporcional a la habilidad de pensar críticamente.
El problema de fondo es que la IA también tiene limitaciones. Cuando el cerebro humano enfrenta un desafío complejo, intensifica su esfuerzo para resolverlo. La IA, en cambio, ofrece respuestas preprogramadas, sin capacidad de sorpresa ni curiosidad. Al llegar a su límite, simplemente deja de responder. Como remarca Psychology Today, ante cuestiones demasiado abstractas, la IA baja el esfuerzo en lugar de indagar.
Una sociedad que delegue en la IA el papel de sustituto intelectual difícilmente podrá sostener pensamiento crítico.
Fuente: https://criptotendencia.com/2025/08/31/la-ia-representa-la-extincion-evolutiva-del-pensamiento-critico-2/
Que te diviertas!
Sin embargo, la IA puede explicar cada capítulo de manera simple y accesible. Esta facilidad, lejos de ser siempre positiva, podría resultar más perjudicial de lo que muchos imaginan.
Según una publicación de Psychology Today (https://www.psychologytoday.com/us/blog/the-algorithmic-mind/202508/ai-makes-us-worse-thinkers-than-we-realize?utm_source=perplexity), basada en una investigación de Apple, el 68,9% de los estudiantes desarrollan hábitos de pereza cuando dependen de la guía de la IA. Una cifra elevada que pone en riesgo la capacidad de concentración y de análisis en problemas incluso de complejidad media.
Hoy en día, desde asistentes virtuales y chatbots hasta motores de búsqueda y sistemas avanzados en educación o negocios, la IA ofrece respuestas rápidas y eficientes. Esto ha transformado la forma en que accedemos y utilizamos la información, planteando la inquietud de si estamos ante la extinción evolutiva del pensamiento crítico y de la capacidad de abstracción biológica.
Estas habilidades son, probablemente, los tesoros más distintivos del homo sapiens y sin ellas la supervivencia habría sido imposible. Ahora, la IA parece asumir parte de ese papel, demostrando que el procesamiento humano resulta menos eficiente y, en muchos casos, prescindible en los procesos sociales.
¿La IA dará el golpe de gracia al intelectualismo humano?
El aprendizaje de idiomas ilustra bien este dilema. Con los avances de la IA, las barreras lingüísticas podrían desaparecer y cualquier persona podría viajar e interactuar con nativos sin necesidad de aprender su idioma, valiéndose de gafas inteligentes o incluso de chips implantados. ¿Vale la pena seguir aprendiendo lenguas biológicamente? Para muchos, ya no.
Sin embargo, la neurociencia muestra lo contrario: el cerebro de una persona bilingüe activa capacidades cognitivas (https://theconversation.com/keeping-actively-bilingual-makes-our-brains-more-efficient-at-relaying-information-36045) que no se desarrollan en quienes son monolingües. Esto ocurre porque al alternar entre lenguas se ponen en marcha procesos neuronales que potencian habilidades como la memoria y la flexibilidad cognitiva.
Si el aprendizaje de idiomas deja de ser necesario, el cerebro corre el riesgo de atrofiarse en capacidades más limitadas. Y no solo ocurrirá con los idiomas, sino también con otras áreas sociales y cognitivas, lo que preocupa seriamente a los expertos.
Ciertamente, la IA puede ejecutar tareas rutinarias, buscar información en segundos e incluso redactar textos complejos. Pero esa comodidad trae consigo un costo: debilita la capacidad de analizar, reflexionar y cuestionar. Como apunta un estudio citado por Forbes, el uso excesivo de la IA es inversamente proporcional a la habilidad de pensar críticamente.
El problema de fondo es que la IA también tiene limitaciones. Cuando el cerebro humano enfrenta un desafío complejo, intensifica su esfuerzo para resolverlo. La IA, en cambio, ofrece respuestas preprogramadas, sin capacidad de sorpresa ni curiosidad. Al llegar a su límite, simplemente deja de responder. Como remarca Psychology Today, ante cuestiones demasiado abstractas, la IA baja el esfuerzo en lugar de indagar.
Una sociedad que delegue en la IA el papel de sustituto intelectual difícilmente podrá sostener pensamiento crítico.
Fuente: https://criptotendencia.com/2025/08/31/la-ia-representa-la-extincion-evolutiva-del-pensamiento-critico-2/
Que te diviertas!



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