(La luz se atenúa, dejando solo un foco sobre el protagonista. Respira hondo, mira al horizonte imaginario y comienza a hablar con una voz serena pero cargada de emoción.)
YO: En este rincón del mundo, lejos de la cacofonía de la vida cotidiana, encuentro mi santuario. Aquí, donde el silencio habla más fuerte que cualquier palabra, me descubro a mí mismo en su forma más pura.
(Hace una pausa, cerrando los ojos, como si pudiera sentir el viento en su rostro.)
La soledad es mi compañera, no como una sombra que me persigue, sino como una amiga que me abraza. Lejos de todo, lejos de todos, no hay juicios, no hay expectativas. Solo yo y mi conciencia, dialogando en un idioma olvidado por el mundo.
(Abre los ojos, su mirada es firme, decidida.)
Dicen que el hombre es un animal social, pero ¿qué pasa cuando la sociedad se convierte en una jaula? ¿Cuándo el ruido ensordece tu propia voz? No, no es huir; es encontrar... Encontrar ese espacio sagrado donde la mente puede danzar al ritmo de sus propios pensamientos.
(Se levanta, estira los brazos como si pudiera tocar el cielo.)
Aquí, en la vastedad de mi retiro, cada suspiro es una melodía, cada pensamiento, una poesía. La paz mental que tanto ansiaba no estaba en el bullicio de la multitud, sino en el eco de mi alma.
(Baja los brazos, su expresión es de completa tranquilidad.)
Y así, lejos de todo, lejos de todos, me encuentro. No perdido, sino infinitamente hallado.
(La luz se desvanece lentamente mientras el protagonista se sienta, contemplando el vacío.)
Que te diviertas!
YO: En este rincón del mundo, lejos de la cacofonía de la vida cotidiana, encuentro mi santuario. Aquí, donde el silencio habla más fuerte que cualquier palabra, me descubro a mí mismo en su forma más pura.
(Hace una pausa, cerrando los ojos, como si pudiera sentir el viento en su rostro.)
La soledad es mi compañera, no como una sombra que me persigue, sino como una amiga que me abraza. Lejos de todo, lejos de todos, no hay juicios, no hay expectativas. Solo yo y mi conciencia, dialogando en un idioma olvidado por el mundo.
(Abre los ojos, su mirada es firme, decidida.)
Dicen que el hombre es un animal social, pero ¿qué pasa cuando la sociedad se convierte en una jaula? ¿Cuándo el ruido ensordece tu propia voz? No, no es huir; es encontrar... Encontrar ese espacio sagrado donde la mente puede danzar al ritmo de sus propios pensamientos.
(Se levanta, estira los brazos como si pudiera tocar el cielo.)
Aquí, en la vastedad de mi retiro, cada suspiro es una melodía, cada pensamiento, una poesía. La paz mental que tanto ansiaba no estaba en el bullicio de la multitud, sino en el eco de mi alma.
(Baja los brazos, su expresión es de completa tranquilidad.)
Y así, lejos de todo, lejos de todos, me encuentro. No perdido, sino infinitamente hallado.
(La luz se desvanece lentamente mientras el protagonista se sienta, contemplando el vacío.)
Que te diviertas!
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