"¡Eso no ha ocurrido nunca!" no debería interpretarse en ningún caso como “¡Eso no ocurrirá nunca!”. Es como si dijéramos: "Como nunca me he roto la pierna, mi pierna es irrompible" o "Como no me he muerto nunca, soy inmortal".
Pensemos antes de nada en una terrible epidemia de insectos, como saltamontes o langostas, en la que una especie aumenta de repente de forma desproporcionada y más adelante, con la misma prontitud, se reduce a una minúscula fracción de lo que había sido en los últimos tiempos. Los animales superiores también fluctúan. Durante casi todo el siglo XIX el búfalo africano abundó en el altiplano. Era una bestia fuerte, con escasos enemigos naturales, y si se hubiera censado en décadas se habría comprobado que aumentaba gradualmente. A finales de siglo llegó al apogeo y de repente sufrió una plaga de peste bovina. Desde entonces se convirtió en casi una anécdota y se extinguió en muchas regiones. En los últimos cincuenta años su número ha aumentado despacio. En cuanto al hombre, no existen indicios de que a la larga escapará a la suerte de otras criaturas; además, si existe una ley biológica de flujo y reflujo, se encuentra en una situación muy delicada en este momento.
Durante diez mil años su número ha aumentado a pesar de las guerras, las enfermedades y las hambrunas. Este crecimiento de la población ha sido cada vez más acelerado. En términos biológicos, el hombre ha tenido una racha ininterrumpida de sietes durante demasiado tiempo.George R. Stewart, La Tierra permanece (1949)
18 diciembre 2024
La Tierra permanece
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