Una persona razonable valora su propio criterio; un necio, los rumores.
Al cumplir doce años, el padre de Jacobo le anuncia que dejó su regalo encima del ropero y que necesitará una escalera para alcanzarlo. El chico, lleno de ilusión, busca una, trepa los peldaños a la carrera y cuando llega arriba descubre que el techo del armario está vacío. "Papá, aquí no hay nada", grita, sorprendido. El hombre agarra entonces la escalera y se la quita de un tirón, y Jacobo se viene abajo y se da un golpe doloroso: "Hijo mío, mi regalo es que aprendas a no confiar ni en tu padre".
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