24 mayo 2019

Fortuna Imperatrix Mundi

Son unos versos pertenecientes un conjunto de composiciones poéticas procedentes de la Edad Media (la mayor parte de ellas se fechan entre los siglos XII y XIII). Lejos de las piezas religiosas bastante frecuentes en la época, incluye temas completamente profanos y, en ocasiones, con un considerable toque de picardía (eso no significa que no encontremos algunos versos de corte sacro, pese a que son minoría). Se encontraron a finales del siglo XIX en una localidad alemana (Beuern), que dio lugar al nombre puesto a la colección: Carmina Burana. No todo es latín en esta obra, sino que aparecen fragmentos en otros idiomas, propios del período histórico y la zona.

Pese a su gran valor, quizá no serían tan conocidas por el público en general de no darse la circunstancia de que el célebre compositor Carl Orff (autor también de un interesante método de enseñanza de música) decidiese llevar veinticuatro de estos poemas al mundo de la música y crear una excelente composición homónima. La pieza que inaugura la magna obra de Orff recibe el nombre de O Fortuna y, como su propio nombre indica, es una composición en honor a la diosa entendida quizá de un modo más abstracto, como Destino o Suerte, e incidiendo repetidas veces en su volubilidad. El poema se complementa con otro que viene a continuación, y juntos forman la parte de Carmina Burana titulada Fortuna Imperatrix Mundi.

Al margen de que los versos estén en latín -lo que ya es un hecho vinculante con el Imperio Romano, pese a que se trate de latín medieval-, la idea de la diosa Fortuna no es nueva, sino que ya existía en Roma con el mismo nombre. Además, se la identifica en mitología griega con Tiké. En Roma se rendía culto a la diosa Fortuna, introducido éste en el tiempo de la monarquía. Fortuna era vista como la dadora de una determinada suerte, bien sea esta buena o mala, de lo que proceden algunos de sus sobrenombres, como los que la vinculan con la abundancia o con lo dudoso del Destino. Iconográficamente, es habitual asociar a ella la rueda de la fortuna, que tanto puede girar amablemente hacia la persona en cuestión como volverse contraria a ella. El símbolo continúa existiendo posteriormente y a él se refiere en algún verso del poema el autor -cuyo nombre desconocemos- del mismo.

Aquí les dejo el poema en latín y su traducción al castellano:

"O Fortuna,
velut Luna
statu variabilis,
semper crescis
aut decrescis;
vita detestabilis
nunc obdurat
et tunc curat
ludo mentis aciem,
egestatem,
potestatem
dissolvit ut glaciem.
Sors immanis
et inanis,
rota tu volubilis,
status malus,
vana salus
semper dissolubilis,
obumbrata
et velata
michi quoque niteris;
nunc per ludum
dorsum nudum
fero tui sceleris.
Sors salutis
et virtutis
michi nunc contraria,
est affectus
et defectus
semper in angaria.
Hac in hora
sine mora
corde pulsum tangite;
quod per sortem
sternit fortem,
mecum omnes plangite!".

"¡Oh, Fortuna,
como la luna,
de condición variable,
siempre creces
o decreces!
La detestable vida
primero embota
y después estimula,
como juego, la agudeza de la mente.
La pobreza y
el poder
los disuelve como al hielo.
Suerte cruel
e inútil,
tú eres una rueda voluble
de mala condición;
vana salud,
siempre disoluble,
cubierta de sombras
y velada
brillas también para mí;
ahora, por el juego
de tu maldad,
llevo la espalda desnuda.
La suerte de la salud
y de la virtud
ahora me es contraria;
los afectos
y las carencias
vienen siempre como cosa impuesta.
En esta hora,
sin demora,
impulsad los latidos del corazón,
el cual, por azar,
hace caer al fuerte;
¡lamentaos todos conmigo!".

Que te diviertas!

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