En Cómo ser John Malkovich los límites entre la fantasía y la cotidianeidad más anodina vienen marcados por un elemento clave, el metacine, y es que John Cusack encuentra el camino para introducirse en John Malkovich, el propio actor interpretándose a sí mismo, y así, sin que nos demos cuenta, el relato se sumerge en la fantasía partiendo de un elemento de realidad, sólo así el espectador no tiene en cuenta el desvarío o las situaciones ilógicas que preñan el relato y que no es necesario explicar, sólo importa que por un túnel llegamos a la cabeza de John Malkovich… y eso mola. En resumen, no es tanto una obra arriesgada, que lo es, como un ejercicio brutal de fantasía bien escondida y disimulada… Y es que el señor Charlie Kaufman tiene mucho de mago metalingüístico.
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