En A Scanner Darkly, Richard Linklater realiza una (libre) adaptación de una novela de Philip K. Dick del mismo nombre. Lo primero que llama la atención es el uso de la rotoscopia, Linklater consigue con él aumentar el grado de paranoia al que se ven sometidos los personajes del relato. A Scanner Darkly puede pasar por una peli de drogas más de esas que gustan tanto a los cinéfilos sin un motivo aparente, pero estamos ante la deshumanización del hombre en cuerpo y alma (policías sin rostro vigilan todos los actos). Una sociedad corrompida a todos los niveles y drogada, no sólo por la propia droga que causa furor entre los personajes –prohibida, pero fabricada por la propia sociedad en una espiral sin fin donde los putos yonkis terminan por ser menos que personas–, sino también por ese sistema opresivo en el que viven, que termina por destruirlos a todos y convertirlos en la mínima expresión del ser humano. Un triunfo para la sociedad, sin duda.
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