El director polaco Andrzej Zulawski ha tenido una trayectoria cinematográfica heterogénea e irregular, despertando con sus extravagantes películas tantos odios como pasiones. Por encima de todas ellas, probablemente, destaca esta fábula filosófica de atmósfera enajenada, espectacular diseño de producción y marcado carácter teatral, en la que el cineasta despliega todo su talento visual para ofrecernos una obra única en su especie, un delirio intenso y extenso que proporciona una experiencia casi psicodélica al espectador. La historia de un grupo de astronautas que llega a un planeta desconocido en el que nace una nueva civilización sirve a Zulawski para reflexionar sobre cuestiones sociales, religiosas y metafísicas. Ayuda a la consagración del mito su condición de película maldita, pues el gobierno polaco obligó a parar el rodaje en 1977 y destruir el material fílmico grabado. Afortunadamente, gran parte del negativo pudo salvarse y una década después el director logró presentar un montaje a partir del material existente, añadiendo una voz en off para suplir los vacíos narrativos en las partes mutiladas del film.
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