Fue la década de los 70 aquella donde Spielberg empezó a demostrar que el talento corría por sus venas, y tras el éxito de Tiburón vino esa gran cinta llamada Encuentros cercanos del tercer tipo. En ella, el cineasta judío sacaba a la palestra una de las temáticas más recurrentes en su filmografía, la vida alienígena, pero explorando en esta ocasión las dudas y obsesiones sobre si realmente existía. Además, la alejaba de la serie B de los años cincuenta y proponía en esta ocasión un encuentro mucho menos hostil entre ambas partes, dejando en su haber secuencias impresionantes como la de la abducción, donde ofrecía una magistral clase de dirección. Probablemente, una conclusión excesivamente estirada y que no mantenía ese tono sutil del resto de metraje, terminaba restando enteros a un film que, pese a todo ello, pasaría con honores y por méritos propios a ser uno de los clásicos ineludibles del género.
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