Será producto de un siniestro cruce de azares, pero el año 1968 aún tendría hueco para otra película de ciencia ficción protagonizada por monos. Solo que estos ya venían educados de casa y no necesitaban de ningún monolito que los iluminara. La historia de un grupo de astronautas que llega a un planeta desconocido gobernado por simios inteligentes no solo es un formidable entretenimiento de principio a fin (y ojo con ese fin, uno de los más populares de la historia del cine: afortunado el que se disponga a ver la película sin conocerlo de antemano), sino también una interesante reflexión sobre multitud de cuestiones morales, socioculturales y políticas que se desprende de la difícil convivencia entre ambas razas. Por si fuera poco, Schaffner plaga su película de detalles sutiles (atención a la imagen adjunta) que enriquecen enormemente su puesta en escena y su discurso, logrando así que el espectador se sienta invitado a tener una participación mucho más activa. El éxito del film propició secuelas, precuelas, remakes y hasta series de televisión, pero ninguno alcanzó la gloria del original.
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