Nuestro planeta está siendo constantemente acribillado por objetos que llegan del espacio. Los más pequeños apenas dejan una efímera estela que desde la superficie vemos como estrellas fugaces. Los más grandes, los asteroides, son capaces de devastar grandes extensiones de tierra, provocar maremotos o incluso extinciones masivas.
Por suerte, aplicando una lógica estadística, los objetos más grandes se cruzan en la trayectoria de la Tierra mucho menos asiduamente que las pequeñas rocas. Se calcula que los asteroides con un diámetro de un kilómetro golpean la Tierra cada un millón de años, año arriba o abajo, mientras que las colisiones con objetos de 5 kilómetros tienen lugar cada 10 millones de años. En febrero de 2012 un asteroide de unos 20 metros de diámetro pasó inusualmente cerca de nuestro planeta, apenas 27.000 kilómetros, una distancia menor incluso de la órbita de los satélites geoestacionarios. Teniendo en cuenta que un objeto de ese tamaño sería capaz de desencadenar una explosión 1.000 veces mayor a la de la bomba de Hiroshima, los científicos se plantean qué hacer.
Entre los métodos estudiados para evitar o mitigar el impacto de un asteroide están utilizar cabezas nucleares (al estilo de la película ‘Armageddon’), velas solares o crear una especie de capa protectora llamada NEOShield. Ahora, un grupo de científicos de la Universidad de Glasgow, apadrinado por la Planetary Society, proyecta una opción: un enjambre de “abejas láser”.
No se trata de abejas, claro, sino de “una nube de minisatélites de alta tecnología que emitirán rayos láser conjuntamente contra las rocas espaciales, en la esperanza de que serán desplazadas de su órbita y lograrán salvar a la Tierra de su peligro”, según explica Space Industry News.
De cumplirse la simulación llevada a cabo por los investigadores, los rayos láser vaporizarían la superficie de la roca y crearían minichorros que propulsarían el asteroide lejos de la órbita terrestre. El equipo instaló sensores de fuerza en las rocas para medir el impulso y comprobar si los rayos eran capaces de mantener su pujanza en un entorno lleno de cascotes de asteroide. Las pruebas preliminares llevadas a cabo en la Univeridad de Strachclyde demuestran que el método puede ser más efectivo que el inicialmente pensado.
Visto en Space Industry News.
Nuestro planeta está siendo constantemente acribillado por objetos que llegan del espacio. Los más pequeños apenas dejan una efímera estela que desde la superficie vemos como estrellas fugaces. Los más grandes, los asteroides, son capaces de devastar grandes extensiones de tierra, provocar maremotos o incluso extinciones masivas.
Por suerte, aplicando una lógica estadística, los objetos más grandes se cruzan en la trayectoria de la Tierra mucho menos asiduamente que las pequeñas rocas. Se calcula que los asteroides con un diámetro de un kilómetro golpean la Tierra cada un millón de años, año arriba o abajo, mientras que las colisiones con objetos de 5 kilómetros tienen lugar cada 10 millones de años. En febrero de 2012 un asteroide de unos 20 metros de diámetro pasó inusualmente cerca de nuestro planeta, apenas 27.000 kilómetros, una distancia menor incluso de la órbita de los satélites geoestacionarios. Teniendo en cuenta que un objeto de ese tamaño sería capaz de desencadenar una explosión 1.000 veces mayor a la de la bomba de Hiroshima, los científicos se plantean qué hacer.
Entre los métodos estudiados para evitar o mitigar el impacto de un asteroide están utilizar cabezas nucleares (al estilo de la película ‘Armageddon’), velas solares o crear una especie de capa protectora llamada NEOShield. Ahora, un grupo de científicos de la Universidad de Glasgow, apadrinado por la Planetary Society, proyecta una opción: un enjambre de “abejas láser”.
No se trata de abejas, claro, sino de “una nube de minisatélites de alta tecnología que emitirán rayos láser conjuntamente contra las rocas espaciales, en la esperanza de que serán desplazadas de su órbita y lograrán salvar a la Tierra de su peligro”, según explica Space Industry News.
De cumplirse la simulación llevada a cabo por los investigadores, los rayos láser vaporizarían la superficie de la roca y crearían minichorros que propulsarían el asteroide lejos de la órbita terrestre. El equipo instaló sensores de fuerza en las rocas para medir el impulso y comprobar si los rayos eran capaces de mantener su pujanza en un entorno lleno de cascotes de asteroide. Las pruebas preliminares llevadas a cabo en la Univeridad de Strachclyde demuestran que el método puede ser más efectivo que el inicialmente pensado.
Visto en Space Industry News.
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