El hecho de que alguien pueda pensar que el animal humano fue creado por un ser divino desafía toda la lógica. El humano medio es poco más que un mono ambicioso. Es idiota, ególatra, cobarde, se siente intimidado ante sus semejantes y le aterra que otros puedan verlo tal y como es en realidad. Sólo podemos asumir que su creador tenía algo de prisa o que, quizá, formaba parte de la burocracia olímpica. Las personas más pías deberían rezar para que la próxima vez realice mejor su trabajo. De todos modos, para ser justos, debemos admitir que la bestia posee una virtud: su perseverancia.
GREGORY MACALLISTER - Puente con los Polinesios
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