Antes de Matrix ya existían los relatos distópicos en los que la humanidad se ve sojuzgada por otros seres que fuerzan a ésta a vivir en una realidad alternativa, en un mundo construído como un engaño, Dark City de Alex Proyas es uno de estos ejemplos. Con una poderosa estética, deudora en cierto sentido de Blade Runner y que ofrecía una efectiva mixtura de noir y fantástico, contaba además con la siempre atractiva presencia de Jennifer Connelly, Proyas conseguía así firmar una estimulante propuesta que, tras El cuervo, nos obligaba a seguir su carrera con sumo detalle, lástima que, como tantos otros, terminara cayendo en las garras de acomodaticias producciones al gusto del stablishment más adocenado y es que La muerte (artística) sigue teniendo un precio.
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