Uno de los escritores más antiguos, un historiador llamado Herodoto, cuenta la historia de un ladrón condenado a muerte. Cuando se lo llevaban hizo un trato con el rey: en un año enseñaría a cantar himnos al caballo favorito del monarca.
Los otros prisioneros veían al ladrón cantándole al caballo y se reían. «No lo conseguirás», le decían. «Es imposible.» A lo que el ladrón contestaba: «Dispongo de un año, y quién sabe lo que puede pasar en ese tiempo. Podría morir el rey. Podría morir el caballo. Podría morir yo. Y quizás el caballo aprenda a cantar».
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