El que fuese uno de los miembros más aclamados del grupo cómico Monty Python, Terry Gilliam, se encargó de filmar a mediados de los ochenta una distopía tragicómica sobre el poder coercitivo de una sociedad gris, burocrática y deshumanizadora que anula por completo la personalidad de los individuos que la integran y que se encarga de eliminar a toda facción que dé muestras de inconformismo contra el sistema establecido. Indiscutiblemente, la sombra de George Orwell es alargada, aunque si tuviésemos que aplicar un adjetivo al universo creado por Gilliam sería, desde luego, kafkiano. El surrealismo y la deformación paródica de la realidad impregnan esta historia que nos habla sobre la lucha del individuo contra la maquinaria estatal, la importancia capital de la libertad de pensamiento y el poder redentor de la imaginación (incluso cuando esta deviene, por necesidad, en locura).
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