Negamos nuestra propia belleza porque los otros no pueden, o no quieren, reconocerla. En vez de aceptarnos como somos, procuramos imitar lo que vemos a nuestro alrededor.
Buscamos ser como aquellos a quienes todos dicen: "¡Que bonito!" Poco a poco, nuestra alma se va debilitando, nuestra voluntad disminuye, y todo el potencial que teniamos para enfrentar al mundo deja de existir.
Olvidamos que el mundo es aquello que imaginamos ser.
Dejamos de tener el brillo de la luz y pasamos ser la poza de agua que la refleja. Al dia siguiente, el sol evaporara esa agua, y nada quedara.
Todo porque alguien dijo: "Eres feo". U otro comento: "Ella es bonita". Con solo dos o tres palabras, fueron capaces de robarnos toda la confianza que teniamos en nosotros mismos.
Y eso nos vuelve feos. Y eso nos vuelve amargados.
Manuscrito encontrado en Accra
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